Autor: Grant Morrison y Marc Silvestri
Editorial: Panini
Páginas: 104
PVP: 12,95 €
La mayor parte de lo que hoy día conocemos por Marvel no es sino la enésima versión, revisión o actualización de los personajes y situaciones creados a partir de 1961 –y durante aproximadamente diez años– por un reducido grupo de artistas en estado de gracia que se conjuró para reinventar, no sin cierto espíritu paródico y desinhibido, el género de los superhéroes. Ya saben que les hablo de la tríada legendaria, Stan Lee, Jack Kirby y Steve Ditko, pero también de los Colan, Kane, Romita o Buscema. Una auténtica cuadrilla de veteranos fogueados en infinidad de comic-books de serie B que coincidieron felizmente en la editorial neoyorkina, donde fabricaron un legado irrepetible; no en vano, a su paso, Marvel acabó bautizada como “la casa de las ideas”. Un vasto universo de fantasía que, a pesar de las mediocres aportaciones posteriores –dejando a un lado fanatismos y sin olvidar las debidas excepciones– camina como una máquina engrasada en dólares hacia el inicio de su sexta década
Viene esto a cuento de la aparición del último de los siete volúmenes que recopilan la etapa de New X-Men escrita entre 2001 y 2004 por el fenomenal guionista Grant Morrison (Escocia, 1965). Un manojo de buenas historias, electrizantes y frescas, de esas que le devuelven a uno el apetito, poseedoras además de un sobresaliente diseño de conjunto. Y viene a cuento, digo, porque este último tomo se completa con la declaración de intenciones conocida como El manifiesto de Morrison, un documento escrito en octubre de 2000 por el autor de Los Invisibles como esquema previo a su trabajo en la serie y que apareció publicado en el número 114, el primero de los cuarenta y dos que guionizó. El manifiesto es precisamente un muestrario de las opiniones de Morrison sobre los motivos del coma creativo profundo de la Marvel de principios del siglo XXI, así como un desesperado puñado de soluciones ideadas para aplicar urgentemente, cual terapia de choque, a las desventuras de Cíclope, Fénix, Lobezno y compañía.
Dice Morrison: “Hagamos cómics de los que nos sintamos orgullosos en cualquier nivel. Series que los críos busquen por su energía, por su estructura cinética, que los universitarios compren por su irónica rebeldía y los adultos adoren por la distracción, justo como con las películas y series de televisión, ¡¡¡justo como lo hacía Stan Lee!!!”. Para que quede claro, lo que Morrison reclama en su manifiesto no es una vuelta de tuerca acerca del origen o la identidad de tal o cual personaje, ni el uso de extravagantes golpes de efecto comerciales o narrativos sino algo tan simple como revolucionario: reactivar el impulso artístico que lo inició todo, aplicarse a fondo para que los tebeos Marvel de hoy sean tan sugerentes y cautivadores como lo fueron en su día.
Ese es el reto propuesto por Morrison, y estos son sus nuevos X-Men. Juzguen ustedes.
Javier Fernandez
Es que los New-X Men son un catálogo de subversión y grandes conceptos sacados de la mejor hard scifi que da gusto, oiga. Además Grant Morrison no olvida su fetiche por los romances imposibles y por las exploraciones filosóficas de su anterior experimento con una Patrulla X, esta vez decididamente raruna, llamada Doom Patrol.
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