Título: LA EDUCACIÓN DE HOPEY GLASS
Autor: JAIME HERNÁNDEZ
Editorial: LA CÚPULA
Páginas: 130
PVP: 18 €
Termino mi breve repaso por los premios de la 27ª edición del Salón Internacional del Cómic de Barcelona dedicando unas líneas al ganador en la categoría de Mejor obra extranjera publicada en España en el 2008; me refiero, cómo no, a Jaime Hernández, autor de la laureada La educación de Hopey Glass (La Cúpula).
Jaime Hernández (Oxnard, California, 1959) saltó a la fama a comienzos de la década de 1980 cuando se alió con sus hermanos Gilbert y Mario para autoeditar la que tal vez sea la publicación independiente más influyente de la historia reciente del cómic: Love and Rockets, revista que, desde su número 2, pasó inteligentemente a editar Fantagraphics, el sello creado en 1976 por Gary Groth y Mike Catron. Con el paso de los años, Fantagraphics se ha convertido en uno de los referentes del mejor cómic norteamericano, y en su catálogo coexisten cuidadas reediciones de clásicos como Krazy Kat, El príncipe Valiente, Popeye, Peanuts o Pogo, exhaustivas compilaciones de maestros de la historieta como Crumb o Feiffer y series y novelas gráficas de algunos de los recientes nombres propios del medio, como Daniel Clowes, Chris Ware o Charles Burns, por citar sólo unos pocos, pero, visto en perspectiva, uno no puede dejar de apreciar la importancia de aquella decisión de hacerse cargo del tebeo de los hermanos Hernández.
Dejando de lado la episódica aportación artística de Mario, Love and Rockets es la obra de una sensibilidad bicéfala, la de Gilbert –o Beto, como también firma– y Jaime, dos estadounidenses de raíces latinas que ensancharon los límites creativos de la industria rechazando los temas y motivos dominantes, mayormente superheróicos, y proponiendo un retorno a las narraciones cotidianas, al desarrollo de situaciones y relaciones entre unos personajes que, siendo de papel y tinta, se asemejan extraordinariamente a los seres humanos de carne y hueso –más y más conforme se fueron desarrollando las series de cada uno; Palomar en el caso de Beto, Locas en el de Jaime–. Los Hernández usaron y dignificaron la estructura narrativa del culebrón y crearon un imaginario que pasó instantáneamente a formar parte del lector como propio. Los Hernández echaron el cierre a su revista con el número 50 (1996) y continuaron un tiempo por separado, explorando diversas fórmulas editoriales que no cuajaron como era deseado, y Love and Rockets Volume 2 comenzó su andadura en 2001.
Lo que se ha premiado en Barcelona es, precisamente, una recopilación de algunas de las historias de Jaime incluidas en este segundo volumen de Love and Rockets. Hace quince años, también en Barcelona, se premió un fragmento de Locas como mejor obra de 1993. Que, pasado todo este tiempo, vuelva a señalarse que la misma serie es la mejor obra de 2008, es todo un indicador del calibre, la calidad y la vigencia del trabajo de Jaime. En tres palabras: una maravilla incombustible.
Javier Fernández
Autor: JAIME HERNÁNDEZ
Editorial: LA CÚPULA
Páginas: 130
PVP: 18 €
Termino mi breve repaso por los premios de la 27ª edición del Salón Internacional del Cómic de Barcelona dedicando unas líneas al ganador en la categoría de Mejor obra extranjera publicada en España en el 2008; me refiero, cómo no, a Jaime Hernández, autor de la laureada La educación de Hopey Glass (La Cúpula).
Jaime Hernández (Oxnard, California, 1959) saltó a la fama a comienzos de la década de 1980 cuando se alió con sus hermanos Gilbert y Mario para autoeditar la que tal vez sea la publicación independiente más influyente de la historia reciente del cómic: Love and Rockets, revista que, desde su número 2, pasó inteligentemente a editar Fantagraphics, el sello creado en 1976 por Gary Groth y Mike Catron. Con el paso de los años, Fantagraphics se ha convertido en uno de los referentes del mejor cómic norteamericano, y en su catálogo coexisten cuidadas reediciones de clásicos como Krazy Kat, El príncipe Valiente, Popeye, Peanuts o Pogo, exhaustivas compilaciones de maestros de la historieta como Crumb o Feiffer y series y novelas gráficas de algunos de los recientes nombres propios del medio, como Daniel Clowes, Chris Ware o Charles Burns, por citar sólo unos pocos, pero, visto en perspectiva, uno no puede dejar de apreciar la importancia de aquella decisión de hacerse cargo del tebeo de los hermanos Hernández.
Dejando de lado la episódica aportación artística de Mario, Love and Rockets es la obra de una sensibilidad bicéfala, la de Gilbert –o Beto, como también firma– y Jaime, dos estadounidenses de raíces latinas que ensancharon los límites creativos de la industria rechazando los temas y motivos dominantes, mayormente superheróicos, y proponiendo un retorno a las narraciones cotidianas, al desarrollo de situaciones y relaciones entre unos personajes que, siendo de papel y tinta, se asemejan extraordinariamente a los seres humanos de carne y hueso –más y más conforme se fueron desarrollando las series de cada uno; Palomar en el caso de Beto, Locas en el de Jaime–. Los Hernández usaron y dignificaron la estructura narrativa del culebrón y crearon un imaginario que pasó instantáneamente a formar parte del lector como propio. Los Hernández echaron el cierre a su revista con el número 50 (1996) y continuaron un tiempo por separado, explorando diversas fórmulas editoriales que no cuajaron como era deseado, y Love and Rockets Volume 2 comenzó su andadura en 2001.
Lo que se ha premiado en Barcelona es, precisamente, una recopilación de algunas de las historias de Jaime incluidas en este segundo volumen de Love and Rockets. Hace quince años, también en Barcelona, se premió un fragmento de Locas como mejor obra de 1993. Que, pasado todo este tiempo, vuelva a señalarse que la misma serie es la mejor obra de 2008, es todo un indicador del calibre, la calidad y la vigencia del trabajo de Jaime. En tres palabras: una maravilla incombustible.
Javier Fernández
EY! Que no sabia que teniais blog! Os agrego en el mio. Un saludete :)
ResponderEliminarHola, os escribo de Killer Toons, os agregamos al blog y a Mundo Pichón
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