10 mayo 2010

CUANDO LOS MUERTOS REGRESAN

Título: BENKEI IN NEW YORK
Autor: JINPACHI MORI y JIRO TANIGUCHI
Editorial: VIZ MEDIA
Páginas: 224
PVP: 9,95 $

Editada en Japón durante la primera mitad de la década de 1990, Benkei in New York es una memorable serie de género negro compuesta de siete capítulos autoconclusivos escritos con buen pulso por Jinpachi Mori (1958) y dibujados por el siempre sobresaliente Jiro Taniguchi (1947), uno de los nombres propios del manga contemporáneo –que es tanto como decir uno de los nombres propios del cómic mundial–. En tanto esperamos la edición en español, comento aquí la estadounidense, de 2001, que es la única que conozco.
El protagonista, Benkei, un japonés afincado en el Nueva York actual, alto y fuerte como Saito Musashibo Benkei, el monje guerrero japonés del siglo XII del que toma el nombre, se gana la vida ejecutando vendettas o fabricando las circunstancias para que otros las llevan a cabo y pintando falsificaciones de célebres obras de arte, mayormente para la mafia. Con el héroe histórico comparte también una cierta semejanza en el atuendo: si aquel era representado a veces con una capucha negra, el moderno Benkei gusta de colocarse capa y sombrero oscuros cuando la ocasión lo requiere.
El personaje de Mori tiene algo de hammettiano, sépase que no acepta un trabajo si la persona a la que se ha de infligir el castigo no es merecedora del mismo, que es algo así como un eco de las estrictas normas profesionales de El agente de la Continental. Como los detectives de Hammett, Benkei realiza sus encargos meticulosa y desapasionadamente, sin permitirse goces extraordinarios, y al igual que ellos, el sicario japonés trabaja para reajustar la realidad, para recomponerla, pues para que la venganza tenga efecto la víctima debe comprender por qué se le está ajusticiando, debe reconocer que él mismo fue verdugo en alguna ocasión antes de pagar por ello, y esta labor equivale a traer lo soterrado a la superficie, a redefinir la memoria. Una ocupación que, así vista, tiene correspondencia con la otra actividad de Benkei: producir cuadros falsos, pero indistiguibles de los auténticos.
Vean si no. Refugiado de la lluvia en el portal de un edificio junto a un hombre maduro que se lamenta del intenso chaparrón, Benkei comenta: “Yo pedí esta lluvia y estos truenos”. El hombre ignora que el encuentro con Benkei no es casual y, más tarde, lo acompañará alegremente a un local recóndito y desierto, propiedad del japonés. Allí, Benkei lo invita a comer unas apetitosas tripas guisadas y a saborear un delicioso scotch. Es la puesta en escena de la venganza. De pronto, la puerta del local se abre y entra un muchacho. Benkei clava dos puñales en la pared y comienza una letanía similar a esta: Los muertos pueden regresar... y hacernos temer por nuestras vidas. ¿Recuerdas a aquella mujer que mataste en Escocia, aquel día de tormenta? ¿No comiste tripas aquel día, no bebiste este mismo scotch? Debes saber que lo que has comido hoy es el corazón y el hígado de tu propio hijo, y que este que ves aquí es, a su vez, el hijo de aquella antigua víctima tuya. Ahora estáis igualados. Os dejo, tenéis asuntos pendientes.

Javier Fernández

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