10 agosto 2010

EL PRIMERO DE LA CLASE

Bueno, pues como cada año desde 1988 ya tenemos la lista de ganadores de los premios Eisner, los máximos galardones de la industria del tebeo en Estados Unidos. Por si no lo saben, les comento que la ceremonia de entrega se celebró el pasado 23 de julio en el marco de la convención anual de cómics de San Diego, uno de los encuentros historietísticos más relevantes del panorama mundial y, sin duda, el más importante de los muchos que se celebran en el nuevo continente.

No es mi intención referirles aquí la lista completa de premiados, menos aún la kilométrica relación de nominados, pues ambas pueden consultarse vía internet en la página oficial del evento: www.comic-con.org, pero sí quisiera dedicar una líneas a celebrar la triple corona obtenida por mi adorado David Mazzucchelli (Providence, NY, 1960): Mejor novela gráfica, Mejor escritor-dibujante y Mejor rotulista, lo que, en palabras de la organización, lo convierte en “el máximo ganador” de esta edición.

Qué quieren que les diga, me congratulo de que la industria haya al fin premiado a uno de sus creadores más genuinos y originales, un tipo formado como historietista en el corazón mismo del negocio –suyos son los dibujos de dos de las obras más influyentes del tebeo de superhéroes de la década de 1980, la saga Born Again de Daredevil y el Año uno de Batman, ambas escritas por Frank Miller–, pero que, en el por entonces pináculo de su carrera, decidió alejarse de las fórmulas comerciales para alcanzar cotas creativas aún más altas dentro del mercado independiente. Los tres números de su espléndida revista Rubber Blanket, autoeditada entre 1991 y 1993, permanecen como un hermoso ejercicio de libertad creativa y una profunda lección de narratividad, y aun cuando algunas de sus páginas han visto esporádicamente la luz en nuestro idioma, el conjunto sigue esperando la oportunidad de una edición española a la altura del material. Aunque si de lecciones narrativas hablamos, a pocos escapa que su adaptación

gráfica de la novela Ciudad de cristal, de Paul Auster, realizada en 1994 a medias con Paul Karasik –la adaptación, no la no

vela–, es uno de los hitos recientes del tebeo estadounidense, un soberbio ejemplo de hasta donde puede llegar esto de las viñetas, bocadillos y textos de apoyo.

Asterios Polyp (Pantheon Books, 2009) es su más reciente trabajo largo, luego de una miriada de historietas de corta extensión publicadas en revistas, antologías y demás, y el que le ha conducido al éxito crítico una década y media más tarde de la anterior novela gráfica. Me he deleitado ojeando diversas páginas de Asterios Polyp, pero lamento no darles hoy una nota precisa de su contenido, ya que sigo a la espera del ejemplar que encargué hace varios meses. Les adelanto que, visto lo visto, promete ser aún más personal, sorprendente y renovadora que Ciudad de cristal, lo cual es mucho decir. Por lo pronto, la industria se ha rendido a sus pies, y esto tampoco es moco de pavo.

Javier Fernández













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