31 agosto 2011

COMENTARIOS SOBRE UN FRAGMENTO DE “OUTLAND. ATMÓSFERA CERO” (Parte segunda)



Una “modesta” explicación
Ehhh… creo que es una planificación correcta. Y me imagino, por las imágenes que me sugiere la lectura del guion, que la realización de Hyams no se aleja demasiado de la mía.
Pero lo que me interesa tratar aquí no es la película de Hyams. Ni tampoco demostrar mis conocimientos o mi presunta sabiduría cinematográfica. Sino por el contrario, una vez sentadas las bases de cómo se puede contar visualmente esta escena, contrastar la solución adoptada con la planteada por el genial Jim Steranko en su adaptación al cómic de esta película.
Mientras yo me he entretenido en preparar la situación durante toda una página, con una larga perorata pseudoliteraria que salta de un punto de vista a otro, antes de secuenciar la acción en un número de planos que, normalmente, excederán de 15, a Steranko le basta una doble página para transmitirnos toda la información necesaria y sugerirnos el estado de ánimo del protagonista.
De hecho, lo que es más sorprendente es que toda la acción de “Atmósfera Cero” está desarrollada como una abrumadora sucesión de splash pages, o dobles páginas secuencia, de rara perfección. Y de todo el cómic, la que considero que es la mejor escena o, por lo menos, la que a mí me llega con más fuerza, es la que he escogido como objeto de este comentario. Explicaré por qué.
Este cómic es la hostia
Steranko resume toda la escena en una única toma general, jugando con los contraluces y la iluminación dramática, destacando aquellos objetos y elementos que nosotros pretendíamos resaltar mediante planos detalle y manteniendo el resto en sombras. Y al fondo del encuadre, relegado a una esquina lateral-como tiene que ser- la figura en silueta del héroe, empequeñecido y oculto.
En el margen inferior, al igual que en otras páginas del cómic, se suceden diversas viñetas. Pero en esta escena, lejos de describir la acción o dar pie a los diálogos, el pie de página se reserva para mostrarnos fotogramas de la grabación en video de la mujer del protagonista: la acción se ralentiza; se suceden frases repetitivas, que no hacen más que incidir en lo expuesto como texto narrativo. Lejos de aglutinar muchas acciones en el menor espacio posible, la sensación que invade al lector es justo la contraria: la de atender a una pausa en la acción porque toda la información ya estaba ante nuestros ojos en la viñeta principal. No existe acumulación narrativa; el dibujante se detiene el tiempo suficiente en la acción para que ésta importe.
Steranko pudo haber optado por imitar una narración cinematográfica, permitir que los diálogos se escucharan fuera de campo mientras nos asaltaban planos detalle de la fotografía familiar o el oso de peluche. Pero eso habría sido demasiado fácil: estaría forzando la mirada del lector, provocando su complicidad artificialmente; convirtiendo el texto dramático en un mero cliché.
La solución adoptada, por el contrario, incluye distintos puntos de vista (al igual que el texto literario que encabeza el artículo) pasando de un punto de vista objetivo (la imagen del héroe encuadrada en la penumbra), al subjetivo indirecto (la “panorámica por la habitación) y el subjetivo (la pantalla de video); que permite saltar de la acción general al drama íntimo en un mismo plano. (Aunque para ello, el autor se vale de una trampa: añadir un segundo visor frente a nosotros.) La reacción del protagonista permanece oculta,
En cierto modo, Steranko combina la exteriorización de los sentimientos del protagonista con un aparente distanciamiento de la cámara: si la reacción del personaje permanece en todo momento oculta es porque se corresponde con nuestra propia percepción. La composición del cuadro, en consecuencia, tiene por tanto un fuerte carácter impresionista, reflejando el tormento interior del héroe. Pero todo desde la sugerencia, sin incidir en su rostro apesadumbrado. Sin primeros planos que enfaticen innecesariamente el componente dramático.
Al igual que algunos de los mejores momentos de John Ford (la despedida de los hermanos en “¡Qué verde era mi valle!”) o el infravalorado Robert Mulligan (la cámara que queda rezagada en el umbral de la habitación, cuando la madre entra para consolar a su hija en “Verano en Luisiana”), Steranko decide contemplar la escena desde lejos, asaltado por un inesperado sentimiento de pudor, como si comprendiera que la naturaleza de las emociones descritas tiene un carácter tan personal que las reacciones del personaje deben reservarse para su estricta intimidad, lejos de miradas indiscretas.
En esta doble página, el Steranko más exhibionista deja paso a otro Steranko, el maestro dominador del arte del cómic y sus valiosos secretos; porque en este mágico momento, al igual que le pasó a Orson Welles en “El Cuarto Mandamiento”, el fondo y la forma se combinan de una forma tan asombrosamente precisa que uno llega a la conclusión de que esta escena es algo más que brillante, es la idónea para describir la acción. No sólo es que no se pueda hacer mejor. Es que, de hecho, no se puede hacer de otra forma.
Y lo más sorprendente es que, al igual que en El Cuarto Mandamiento o que el mejor Kubrick (el de 2001, Barry Lyndon o Eyes Wide Shut), lo importante no es la habilidad o los recursos técnicos empleados por Steranko, sino percibir hasta qué punto el autor ha sintetizado todas las ideas, recursos y elementos narrativos existentes hasta despojarlos de todo artificio, depurándolos en apenas una sola imagen donde el virtuosismo queda supeditado a su honestidad como narrador.
¿Entendéis por qué me gusta tanto?...

Tito Alberto

COMENTARIOS SOBRE UN FRAGMENTO DE “OUTLAND. ATMÓSFERA CERO” (Parte primera)

Un punto de partida
El problema con la policía es que no se puede confiar en ellos, porque en el momento más inapropiado les da por volverse íntegros y reaccionar honestamente.
Cualquier delincuente sabe esto. Igual que sabe que untar a un policía sólo te concede una prórroga indefinida mientras no llames demasiado la atención. Y que para poder vivir del negocio lo verdaderamente importante es repartir el bacalao entre los que están en la pomada: los políticos y jerifaltes de servicio. Y que aún así no las tienes todas contigo, aunque disfraces tu inseguridad bajo una máscara de arrogancia y prepotencia, porque, en cualquier momento, alguien puede sufrir de un ataque de integridad que amenace con joderte y mandarlo todo a la mierda.
Y es que siempre tiene que haber algún tonto por ahí suelto, al que le dé por creerse el rollo ese de la justicia, el orden, la ley y el derecho. Uno de esos tontos con placa, revestido de la autoridad que inviste una estrella; de los que te pueden reventar el negocio. Un tonto peligroso; de esos que uno se ve obligado a eliminar de tanto en tanto, igual que a las cucarachas, sólo para que los demás insectos aprendan a mear en su madriguera y no se les ocurra esparcir los orines allá donde puedan molestar a los que verdaderamente mandan.

La escena de marras
Nuestro protagonista es el sheriff de una sucia colonia minera espacial, en las lunas de Júpiter. Ha sido trasladado a este triste agujero por orden de sus superiores, en cumplimiento de una oscura misión que ellos mismos saben que no va a poder cumplir… porque, de hecho, la verdadera intención es quitárselo de en medio. Y claro, él lo sabe, porque ¿qué otro motivo habría para desterrarle a ese lúgubre destino, sino el de eliminarlo?
Duros años de trabajo, toda una vida de esfuerzo y sacrificio, dedicado a hacer lo correcto… para comprender la jodida verdad. Que las personas como él estorban; que sólo se les tolera en la medida en que pueden ser utilizados. Y que, una vez han cumplido ese propósito, sobran por completo. Nadie va a agradecer sus desvelos. Con suerte, el día de su jubilación le regalarán un reloj y le prepararán una buena juerga.
Y es entonces, en el preciso momento en que su mundo parece carecer de sentido, cuando siente más necesario que nunca recibir el apoyo de sus seres queridos, del cariño incondicional de su hijo y la confianza de su esposa. Ella, que ha aguantado años de duros traslados, saltando de un destino a otro, cada cuál más miserable que el anterior, a la espera quizás de un ascenso que nunca llega, o de un traslado a un nuevo lugar al que, por fin, pudieran considerar un hogar.
Igual que el protagonista, buscamos sus palabras de consuelo; una pequeña esperanza a la que aferrarnos. Y entramos en el pequeño habitáculo que nos sirve de residencia, buscándola, necesitándola… pero nadie responde a nuestros gritos. Estamos solos, como nunca antes lo hemos estado. Nuestros ojos recorren las estanterías vacías, la cama sin hacer, la vajilla sucia en el lavabo, los armarios abiertos y vacíos, las perchas en su interior, colgando como esqueletos desnudos…
Sobre la mesa, encontramos una nota de adiós junto a un disquete. Al reproducirlo, contemplamos a nuestra esposa en la grabación, pidiéndonos perdón, justificando su despedida con tristes excusas que suenan a viejas: el lamento por un trabajo ingrato, cuyos efectos nuestro hijo no merece soportar.
Al lado de la pantalla, un oso de peluche y una foto de familia nos recuerdan ese sueño de felicidad que una vez guió nuestro matrimonio, y que ahora parece tan lejano y perdido como las estrellas en el cielo. Un brillo intermitente en la memoria; el recuerdo de lo que pudo haber sido y no fue.

Un ejemplo de desarrollo visual
La escena que estaba describiendo corresponde a la película “Atmósfera Cero” de Peter Hyams. Una entretenida adaptación de “Sólo ante el peligro” en clave espacial.
Ignoro cómo la planificó el realizador, porque sólo he visto la película una vez y, sinceramente, tampoco ardo en deseos de volver a verla. Pero si yo tuviera que desarrollarla, me imagino que empezaría así:
Plano general de situación.
El protagonista se acerca a cámara mientras entra en la habitación. Lento travelling hacia atrás, guardando la distancia con el actor. Mantenemos el recorrido cuando éste ha interrumpido el paso, para sugerir quizás la sensación de abandono que queremos trasmitir.
Un primer plano del actor.
En contraplano: una panorámica subjetiva de la habitación.
Plano de seguimiento con la steady-cam sobre el hombro del actor.
Mismo movimiento en contracampo. Innecesario narrativamente, pero en caso que haya problemas de continuidad, el montador nos lo agradecerá.
Intercalamos las tomas anteriores con planos detalle de los objetos descritos: la cama sin hacer, las sábanas en el suelo, el armario abierto… Quizás en un único movimiento de steady-cam, realizando sucesivos barridos de izquierda a derecha.
Etcétera.
Obviamos lo que pasa entre medias, que seguirá la misma tónica descrita, pero me gustaría que nos detuviéramos en el último plano: el protagonista permanece abatido sobre un sillón, mientras ve una y otra vez el video grabado por la esposa. La cámara se ubica fuera de la habitación, encuadrando al protagonista en el marco de la puerta a contraluz, con el resto del cuadro prácticamente a oscuras. La cámara se aleja lentamente, descuadrando la composición. La imagen vira lentamente a negro y la banda sonora queda muda. Fin.


Tito Alberto

19 agosto 2011

EL REGRESO DE BRUCE WAYNE

Título: BATMAN VOL. 2 Nº 43: EL REGRESO DE BRUCE WAYNE 1 DE 6, Autores: GRANT MORRISON / CHRIS SPROUSE, Editorial: Planeta de Agostini, Formato: Comic-book, 48 págs. color, Precio: 3,5 €.


Miniserie de 6 números (publicados en la serie BATMAN nºs 43 a 48 en su edición española), culmina los argumentos planteados por su guionista Grant Morrison para el personaje desde el final de CRISIS FINAL, el evento de DC Cómics de hace un par de temporadas, y supone, si no un final, al menos un punto y aparte para la trayectoria que comenzara en su andadura con el caballero oscuro, recopilada en los tomos BATMAN E HIJO, EL GUANTE NEGRO y BATMAN R.I.P., y prolongada en los números siguientes de su edición mensual.
Confieso que la lectura de EL REGRESO DE BRUCE WAYNE, pese a la brillantez que está demostrando Morrison en la serie, no me apetecía demasiado porque la premisa resultaba poco atractiva, simplona y algo así como una excusa para tal vez sacar a la venta una nueva línea de merchandising del cruzado enmascarado (el Batman Cavernícola, el Corsario, el Pistolero, etc..), ya que trata en esencia sobre el paso de Bruce Wayne por distintos periodos de la historia (uno por número), desde el pasado remoto hasta el futuro lejano. Sin embargo, Morrison vuelve a hacerlo, acompañado por varios artistas en la parte gráfica, y ofrece una aventura mucho más interesante de lo que pudiera esperarse, totalmente continuista e imprescindible a la que ha venido desarrollando hasta ahora, plagada de pistas y guiños a la compleja trama que se va dilatando desde que aterrizó en la colección, resultando tan ocurrente como entretenido de seguir.
La edición en grapa se complementa con una serie de exhaustivos artículos que analizan y subrayan todos aquellos detalles relacionados con números anteriores que probablemente se pasarían por alto en una primera lectura, proponiendo un peculiar juego de detectives dentro del tebeo a la caza de la mayor cantidad de "huevos de pascua" que nos haga sentir cómplices de lo que se nos cuenta.
En un personaje que viene protagonizando viñetas ininterrumpidamente desde los años 30, es un logro necesario zarandear un poco sus cimientos sin necesidad de limitarse a golpes de efecto más o menos gratuitos y cíclicos (que tampoco han faltado) sino aportando también algo de genuina originalidad, de la que Morrison parece andar casi siempre sobrado, para aportar interés a la franquicia de la que se ocupe.
Por ello, una lectura muy recomendable, pero sobretodo para los que estén disfrutando de esta nueva etapa del superhéroe insignia de la editorial norteamericana.

J. A. Santiago

05 agosto 2011

LOS CUENTOS DE LA YAYA

Título: NonNonBa

Autor: Sigeru Mizuki

Editorial: Astiberri

Páginas: 416 B/N

PVP: 26 €

La producción en formato cómic de Shigeru Mizuki(Sakaiminato, Japón; 1922)es bastante extensa y ahora Astiberri está publicando su obra en español,publicación ésta quellena un vacío editorial que más tarde o más temprano tenía que ocurrir por éstos lares.
El personaje que da título al cómic, NonNonBa, es una anciana supersticiosa y enciclopedia viviente de mitos y leyendas gracias a la cual Shigeru descubre el mundo de los yokai,entidades sobrenaturales que pueblan la tradición japonesa.
La edición francesa de este cómic obtuvo el Premio al Mejor Álbum en el Festival Internacional del Cómic de Angulema de 2007.
En él Mizuki combina elementos autobiográficos(de su infancia en el agridulce Japón de los años 30) con otros temas de índole fantástica en dónde tienecabida fantasmas y otros seres sobrenaturales que inundan las páginas de contínuo asombro por parte del lector que no se espera lo que vá a ocurrir en las páginas siguientes.
Lo que hace realmente especial a ésta obra es la conjunción perfecta(yo lo llamo MAGIA,es muy difícil encontrar eso en un cómic) entre el costumbrismo basado en algunos de los recuerdos del autor y los ambientes oníricos y fantásticos envuelto en forma de cuento infantil de aparente sencillez con un dibujo nada funcional donde prima la fórmula dibujo caricaturesco-fondos realistas(la cual llamó Scott McCloud 'enmascaramiento')que cobra protagonismo durante todo el taryecto de la obra.
Hablemos un poco más del pasado de Mizuki para que podamos entender mejor su producción:perdió su brazo dominante (izquierdo)en la guerra en Papúa Nueva Guinéaa los 20 años.Fué espectador mudo de una masacre que acabó con todos sus compañeros y contrajo la malaria.Todos éstos hechos hicieron de ésta etapa vital un período de superación y de supervivencia que a lo largo de los años le ha granjeado el título de uno de los mejores 'mangakas' de su generación.
Aún con ése trauma de su juventud,la obra destila también un humor que casa muy bien con el tono costumbrista-fantástico que podemos encontrar en la misma,sobretodo en su representaciónde ese mundo fantasmal,que le vá como anillo al dedo.
La incontinencia creativa de Mizuki parece que no tiene fin.A sus 88 años ha publicado más de 60 obras, 4 de ellas han sido publicadas por Astiberri(Operación Muerte,Kítaro,3:calle de los misterios y la que nos ocupa hoy)por lo que todavía nos queda Mizuki para mucho tiempo,y que dure.Parece que por fin,se está dando a conocer otro tipo de cómic japonés que no sea el que inunda diariamente las estanterías de las librerías especializadas,de los cuales me mantengo alejado lo máximo posible.
Con Mizuki nos esperan muchas lecturas y relecturas de sus obras,manjar que no debe perderse ningún aficionado al buen manga.
De lo mejor de la cosecha del pasado 2010,sin lugar a dudas.


Francisco José Arcos Serrano