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Título: CROSSED. VOLUMEN 3: PSICÓPATA
Autores: David Lapham, Raúlo Cáceres
Editorial: Glénat (Editores de Tebeos)
Páginas: 176
PVP: 17,95 €
Para el que no lo sepa, Crossed es una serie sobre infestados creada por Garth Ennis y Jacen Burrows en 2008, hiperviolenta, cínica y morbosa como corresponde a la imaginación de Ennis. El guionista norirlandés, más conocido por haber donado al noveno arte ese personaje de carne, papel y hueso que es Jesse Custer-Predicador, cedió los trastos narrativos de Crossed al también celebrado David Lapham –autor de la premiada Balas perdidas– desde el segundo volumen, subtitulado Valores familiares, y se ve que Lapham le cogió gustillo a la cosa, pues suyo es también el guion de esta tercera parte, Psicópata, una salvajada de principio a fin.
Si ya de por sí tenían su miga los infestados de Crossed, esta especie de zombis de última generación que tienen una cruz en la cara –de ahí el título– y que se las pasan descuartizando, triturando, desollando y fornicando sin ton ni son, la premisa argumental de Psicópata añade leña al fuego. Cuatro supervivientes de la plaga que ha convertido al ser humano en una bestia desenfrenada, pies en polvorosa, se topan casualmente con Harold Lorre, un tipo reservado y con pinta de inocentón que se ha caído en un hoyo en medio del campo y que se ha roto la pierna. El grupo decide ayudar a Lorre, entre otras cosas porque este asegura haber desarrollado una agudeza que le permite notar a los infestados cuando estos se hallan cerca, y todos juntos continúan camino sin sospechar la que se les viene encima. El lector sí que lo sospecha, pues Lorre es el narrador del tebeo. Y Lorre es un psicópata.
Dije antes que el tercer volumen de Crossed es una salvajada, y sí, lo que sigue es un amplio catálogo de atrocidades, con los infestados por un lado, pero, sobre todo, con el tal Lorre por el otro. Explícita, dura y macabra, la miniserie de siete números detalla la maldad del hombre sobre el hombre. Lorre se despacha a gusto, uno a uno, con el grupo de incautos que lo ha rescatado, y créanme que me es imposible continuar con el argumento estando como estamos en horario infantil. De Crossed se ha dicho que es una de las series de terror más perturbadoras de todos los tiempos, y está claro que todo es relativo. Personalmente el tebeo me ha parecido entretenido y hasta divertido, aunque mentiría si no les dijese que me lo esperaba más fuerte; encuentro que la violencia de Crossed es casi toda física, muy carnal, mayormente relacionada con los fluidos: la sangre, el sexo, esto que Stephen King llamaba la repulsión, y deja poco espacio para aquellas otras dos categorías enunciadas por el genio de Portland, el terror y el horror, miedos siempre más psicológicos y que suelen dejarme una huella más duradera.
En el apartado gráfico, el cordobés Raúlo Cáceres brilla con luz propia en una temática que le va como anillo al dedo a su estilo. Raúlo inventa una y mil soluciones gráficas y embellece cualquier escena con ingeniosas e imposibles composiciones de página, dignas de figurar en un inventario de los recursos de la historieta. Las páginas del dibujante son gozosamente densas, merced al extraordinario uso de las tintas –que destacarían aún más si hubiesen dispuesto de un buen coloreado por parte de Avatar, la editorial estadounidense que publica Crossed en origen–, y su interpretación de lo perverso es sencillamente perfecta. De hecho, las imágenes más perturbadoras son las debidas a la imaginación del propio Raúlo, portadas e ilustraciones que acompañan a la edición y capturan los diversos matices del terror.
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