05 noviembre 2010

ERES UN VICIOSO, COMO TU PADRE

Si es usted aficionado a los tebeos, ya sabrá que la oferta mensual de títulos en España apabulla al más pintado. Si no, le invito a que se dé un garbeo por el estante de novedades de cualquier librería especializada. ¿No le parecen muchos cómics? Lo son. Y es que no hay bolsillo que aguante el ritmo no digo ya del mes completo, sino de la quincena y hasta –según la semana– de la semana.
Hombre, claro está que no quiere uno comprarlo todo. ¿No es cierto? Yo, por ejemplo, soy de los que se lo piensan mucho antes de decidirme a llevarme algo a casa. Por lo menos cinco o diez minutos. No, no me hagan caso, estoy bromeando. Sí es verdad que traigo de mi infancia la amenaza perpetua de recaer en el coleccionismo, como el que ha dejado de fumar y sabe lo fácil que es volver a quemar cigarrillos. Se podría decir que he madurado, que he dejado atrás los caprichos infantiles, que he aprendido a controlar mis propios impulsos. Pero, para ser honestos, les diré que estoy permanentemente alerta. Y no sólo por evitar la sangría dineraria, no se crean. También tiene su miga la clásica pregunta: “¿Y ahora dónde meto yo todo esto?”. Pregunten si no a mi madre, que tiene media casa a reventar de cajas mías, con especial hincapié en la palabra “cajas”. Apiladas, asépticas, quitadas –en lo posible– de en medio. Porque los libros son cultura y visten cualquier estantería, pero no me imagino yo a las visitas familiares admirando la tebeoteca: “Anda, si tienes la colección completa de Los pitufos”, “Hombre, a ver si me prestas El sulfato atómico, que he leído en el Babelia que está muy bien”. Y eso sin mencionar la instintiva e invariable tendencia materna a ofrecer un tebeo y una caja de ceras o de rotuladores al sobrinito de turno. Que todo hay que explicarlo: “¿Ves esas dos cifras que hay junto al código de barras? Es el precio. Sí, sí, tanto, a ver si te crees que los regalan”.
Estaba yo el otro día –es un decir, una figura retórica, en verdad sucedió hace unos años– en casa de un amigo, casado y con dos niños, y el mayor de ellos, en edad de comulgar, le pidió a su madre dinero para comprarse no-recuerdo-qué-cosa en el puestecillo de la esquina, y allá que ella –desde aquí un beso– le contestó: “Eres un vicioso, como tu padre”. Así, con la boca llena de “vicioso” y de “tu padre”, ya saben. Total, a mi amigo, que yo sepa, no le gusta la droga, ni los bares de carretera, ni jugar a las cartas, ni el bingo, y ni fuma, ni bebe. Eso sí, compra tebeos. Porque dirán ustedes lo que quieran, que el tebeo se llama ahora novela gráfica, y es muy cool y está de moda, y es un producto cultural de primer nivel y lo lee la gente seria, pero eso será en su barrio. En el mío…
Ah, pero qué buenos tiempos aquellos en que iba uno al quiosco y ponía debajo del brazo dos o tres tebeos por semana. O más tarde, cuando se fue teniendo algo más de dinerillo y ya eran cinco o seis. Y luego diez o doce, y algún álbum que otro…
Ya me podían haber dado entonces una hostia bien dada. Vamos, digo yo.

Javier Fernández

4 comentarios:

  1. Después de leer este artículo empiezo a explicarme muchas cosas... Ahora me siento mal por nuestras conversaciones y mis cansinas preguntas sobre el mundo del tebeo y sus variantes... no sabía que estaba tratando con un paciente en rehabilitación.
    Una alegría leerte. Y ya sabes por donde caigo por si queréis alguna cosilla.

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  2. jajaja, me ha encantado tu artículo, Javier. yo que tambien soy de cordoba y de formación cervantina (como tu ) soy adicto pero al cimmerio mas que todo(que ilusión cuando iba al kiosko a por los comics de forum!. Buena Colección yanki posees sobre el tema. Ahh y tambien me doy garbeos de vez en cuando por Crash. Un saludo

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  3. Recuerdo el olor de aquellos tebeos, Javier... perfectamente... qué placer..

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  4. Querido Óscar, en unos días estaré por Córdoba, a ver si nos vemos!!!

    Ferchu: buena vista, por Crom, en la foto solo salen algunos de los tebeos originales de Conan que tengo por aquí; yo también soy adicto al bárbaro, un buen tebeo de Conan basta para hacerme feliz... Por cierto, que te he mencionado en otro artículo más reciente

    Héctor: qué buenos tiempos, pero fíjate, yo soy de natural optimista, siempre pienso que lo mejor está por venir

    gracias a todos y un saludo

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