Título: TEX (ESPECIAL JOE KUBERT)
Autores: CLAUDIO NIZZI (guión) y JOE KUBERT (dibujos)
Editorial: PLANETA DEAGOSTINI
Páginas: 240
PVP: 10 €
Acabo de terminar de leer el Tex de Joe Kubert y Claudio Nizzi, ya ven que llevo unos cuantos años de retraso en algunas de mis lecturas. Y sí, he pasado un buen rato con las andanzas del Ranger de Texas. No es que haya vibrado de principio a fin, pero tampoco me he aburrido. Vamos, que la cosa ha estado entretenida.
La mayor parte del mérito, qué duda cabe, la tiene Joe Kubert (Brooklyn, 1926), ese genio de la narrativa gráfica, un maestro de maestros que no necesita presentación. Kubert respira viñetas por los cuatro costados, tiene un don natural para secuenciar argumentos en imágenes y posee mucho, mucho oficio: son casi setenta años en la brecha, que se dice pronto. Claro está que lo suyo no es el vanguardismo, ni la experimentación, ni falta que le hace. Su impronta es la de un firme narrador, pleno de recursos, eficiente como pocos y poseedor de un estilo influyente, personal, bello y gozosamente reconocible. No diré que Tex. El jinete solitario, que es como se llama la historieta que nos ocupa, sea su mejor trabajo porque no lo es. Falta aquí el detallismo de Tor, el dinamismo de Abraham Stone o el vigor de Fax from Sarajevo, pero el trabajo del dibujante es lindo y honesto. Sin duda más lindo y más honesto en las secuencias iniciales que en las postreras, y, con todo, las últimas, de acabado más tosco, presentan un storytelling perfecto, al alcance de unos cuantos elegidos. (Y es que uno se pregunta si Kubert no sería capaz de enganchar al lector incluso si se propusiese ilustrar las instrucciones de una lavadora dibujando con la mano izquierda.)
Por su parte, el guión de Nizzi (Sétif, 1938) parte de una premisa manida aunque efectiva. Cuatro malandrines de esos que pueblan el género del western matan por pura y libidinosa diversión a una angelical familia de colonos, amigos de Tex Willer para más señas, el icónico protagonista de esta archiconocida cabecera italiana creada por Gian Luigi Bonelli y Aurelio Gallepini en 1948. Y en estas que Willer, casualmente de visita, se topa con los cadáveres y promete venganza. En seguida sigue la pista del sanguinario grupo y pronto se enfrenta a ellos, pero es derrotado, golpeado y lanzado por un precipicio hacia una muerte segura de la que, obviamente, escapa. A partir de aquí, y luego de la necesaria (y vertiginosa) reposición física del héroe, Tex se lanza a la busca y captura de los criminales que a estas alturas, y para dotar de estructura episódica al conjunto, han roto filas y separado sus caminos. Desde mi punto de vista, las debilidades de la historia son la bisoñez psicológica de los personajes, la falta de originalidad en la resolución de los conflictos, alguna que otra repetición de esquemas y una cierta simpleza general. Y lo mejor, la eficacia y agilidad argumentales y la truculencia de determinadas escenas, que, por momentos, se alejan de lo convencional.
Si buscan un esparcimiento sencillo, sin más pretensión, Tex. El jinete solitario les alegrará la tarde.
Javier Fernández
Autores: CLAUDIO NIZZI (guión) y JOE KUBERT (dibujos)
Editorial: PLANETA DEAGOSTINI
Páginas: 240
PVP: 10 €
Acabo de terminar de leer el Tex de Joe Kubert y Claudio Nizzi, ya ven que llevo unos cuantos años de retraso en algunas de mis lecturas. Y sí, he pasado un buen rato con las andanzas del Ranger de Texas. No es que haya vibrado de principio a fin, pero tampoco me he aburrido. Vamos, que la cosa ha estado entretenida.
La mayor parte del mérito, qué duda cabe, la tiene Joe Kubert (Brooklyn, 1926), ese genio de la narrativa gráfica, un maestro de maestros que no necesita presentación. Kubert respira viñetas por los cuatro costados, tiene un don natural para secuenciar argumentos en imágenes y posee mucho, mucho oficio: son casi setenta años en la brecha, que se dice pronto. Claro está que lo suyo no es el vanguardismo, ni la experimentación, ni falta que le hace. Su impronta es la de un firme narrador, pleno de recursos, eficiente como pocos y poseedor de un estilo influyente, personal, bello y gozosamente reconocible. No diré que Tex. El jinete solitario, que es como se llama la historieta que nos ocupa, sea su mejor trabajo porque no lo es. Falta aquí el detallismo de Tor, el dinamismo de Abraham Stone o el vigor de Fax from Sarajevo, pero el trabajo del dibujante es lindo y honesto. Sin duda más lindo y más honesto en las secuencias iniciales que en las postreras, y, con todo, las últimas, de acabado más tosco, presentan un storytelling perfecto, al alcance de unos cuantos elegidos. (Y es que uno se pregunta si Kubert no sería capaz de enganchar al lector incluso si se propusiese ilustrar las instrucciones de una lavadora dibujando con la mano izquierda.)
Por su parte, el guión de Nizzi (Sétif, 1938) parte de una premisa manida aunque efectiva. Cuatro malandrines de esos que pueblan el género del western matan por pura y libidinosa diversión a una angelical familia de colonos, amigos de Tex Willer para más señas, el icónico protagonista de esta archiconocida cabecera italiana creada por Gian Luigi Bonelli y Aurelio Gallepini en 1948. Y en estas que Willer, casualmente de visita, se topa con los cadáveres y promete venganza. En seguida sigue la pista del sanguinario grupo y pronto se enfrenta a ellos, pero es derrotado, golpeado y lanzado por un precipicio hacia una muerte segura de la que, obviamente, escapa. A partir de aquí, y luego de la necesaria (y vertiginosa) reposición física del héroe, Tex se lanza a la busca y captura de los criminales que a estas alturas, y para dotar de estructura episódica al conjunto, han roto filas y separado sus caminos. Desde mi punto de vista, las debilidades de la historia son la bisoñez psicológica de los personajes, la falta de originalidad en la resolución de los conflictos, alguna que otra repetición de esquemas y una cierta simpleza general. Y lo mejor, la eficacia y agilidad argumentales y la truculencia de determinadas escenas, que, por momentos, se alejan de lo convencional.
Si buscan un esparcimiento sencillo, sin más pretensión, Tex. El jinete solitario les alegrará la tarde.
Javier Fernández
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