Título: TAL COMO ÉRAMOS
Autor: EL CUBRI
Editorial: EDICIONS DE PONENT
Páginas: 168
PVP: 21 €
Toda la obra de El Cubri, la firma colectiva ideada por el guionista Felipe Hernández Cava y los dibujantes Saturio Alonso –que acabaría abandonando el equipo creativo– y Pedro Arjona durante buena parte de la década de 1970 y principios de la de 1980, es un valioso manifiesto contra la Historia, ese proceso continuo de producción de la memoria oficial mediante el ocultamiento o la tergiversación interesada de los acontecimientos. Y es asimismo una reescritura de los estereotipos que forman parte vertebral de los géneros narrativos, especialmente de aquellos que llamamos populares como el western o la novela negra, pero también un meditado trabajo de disolución de las barreras que delimitan las posiciones alta y baja de la cultura. En definitiva, y en su conjunto, hablamos de una obra enérgica, hermosa y singular, que marca un antes –sin apenas después– en la historieta española.
A veces calificada de ingenua o de programática, cuando no ignorada o detestada por su obstinación política, es bien cierto que la poética de El Cubri aúna ética y estética a partes iguales, y no es menos cierto que la suya es una sensibilidad artificiosa y sofisticada, pero si lo primero revela una firme convicción en las posibilidades adultas del cómic, más allá del mero entretenimiento y como medio de comunicación de ideas, lo segundo da muestra de la radicalidad y el vanguardismo de quien se empeña en transitar por terrenos ignotos, quizá no vírgenes pero sí selváticos, ampliando los límites de la historieta mediante el estudio riguroso de su gramática. Al referirse a El que parte y reparte, aquel lejano álbum de El Cubri editado por Fundamentos en 1975, Ludolfo Paramio señaló su “persistente voluntad de realismo”, pero, en mi opinión, no se trata de un realismo objetivo, como tanto se ha insistido, sino subjetivo –cargado de la intención y la mirada, parcial y valiente, del sujeto–, que hace de la denuncia social, de la lucha colectiva, su primera bandera, de la subversión metalingüística su arma más reconocible, y de la plasticidad –esto es, y según el diccionario: concisión, exactitud y fuerza expresiva que da realce a las ideas o imágenes mentales– su vistoso uniforme de trabajo.
Tal como éramos, el magnífico volumen editado por Edicions De Ponent –que tras Luis Candelas, El hombre invisible, Sombras y Francografías continúa actualizando y ampliando la bibliografía de El Cubri– informa de la exposición celebrada hace unos meses en Sevilla en el marco del décimo Encuentro del Cómic y la Ilustración y repasa no sólo la biografía y las historietas del colectivo sino también sus murales, panfletos, carteles e ilustraciones, incluyendo diverso material inédito y el DVD de un reciente documental, Corazones de hielo, confeccionado por la firma –ya sin Alonso– para la Asociación de Víctimas del Terrorismo.
Autor: EL CUBRI
Editorial: EDICIONS DE PONENT
Páginas: 168
PVP: 21 €
Toda la obra de El Cubri, la firma colectiva ideada por el guionista Felipe Hernández Cava y los dibujantes Saturio Alonso –que acabaría abandonando el equipo creativo– y Pedro Arjona durante buena parte de la década de 1970 y principios de la de 1980, es un valioso manifiesto contra la Historia, ese proceso continuo de producción de la memoria oficial mediante el ocultamiento o la tergiversación interesada de los acontecimientos. Y es asimismo una reescritura de los estereotipos que forman parte vertebral de los géneros narrativos, especialmente de aquellos que llamamos populares como el western o la novela negra, pero también un meditado trabajo de disolución de las barreras que delimitan las posiciones alta y baja de la cultura. En definitiva, y en su conjunto, hablamos de una obra enérgica, hermosa y singular, que marca un antes –sin apenas después– en la historieta española.
A veces calificada de ingenua o de programática, cuando no ignorada o detestada por su obstinación política, es bien cierto que la poética de El Cubri aúna ética y estética a partes iguales, y no es menos cierto que la suya es una sensibilidad artificiosa y sofisticada, pero si lo primero revela una firme convicción en las posibilidades adultas del cómic, más allá del mero entretenimiento y como medio de comunicación de ideas, lo segundo da muestra de la radicalidad y el vanguardismo de quien se empeña en transitar por terrenos ignotos, quizá no vírgenes pero sí selváticos, ampliando los límites de la historieta mediante el estudio riguroso de su gramática. Al referirse a El que parte y reparte, aquel lejano álbum de El Cubri editado por Fundamentos en 1975, Ludolfo Paramio señaló su “persistente voluntad de realismo”, pero, en mi opinión, no se trata de un realismo objetivo, como tanto se ha insistido, sino subjetivo –cargado de la intención y la mirada, parcial y valiente, del sujeto–, que hace de la denuncia social, de la lucha colectiva, su primera bandera, de la subversión metalingüística su arma más reconocible, y de la plasticidad –esto es, y según el diccionario: concisión, exactitud y fuerza expresiva que da realce a las ideas o imágenes mentales– su vistoso uniforme de trabajo.
Tal como éramos, el magnífico volumen editado por Edicions De Ponent –que tras Luis Candelas, El hombre invisible, Sombras y Francografías continúa actualizando y ampliando la bibliografía de El Cubri– informa de la exposición celebrada hace unos meses en Sevilla en el marco del décimo Encuentro del Cómic y la Ilustración y repasa no sólo la biografía y las historietas del colectivo sino también sus murales, panfletos, carteles e ilustraciones, incluyendo diverso material inédito y el DVD de un reciente documental, Corazones de hielo, confeccionado por la firma –ya sin Alonso– para la Asociación de Víctimas del Terrorismo.
Javier Fernandez
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