Título: LAS SERPIENTES CIEGAS
Autor: FELIPE HERNÁNDEZ CAVA Y BARTOLOMÉ SEGUÍ
Editorial: BD BANDA
Páginas: 72
PVP: 16 €
Y finalmente se fallaron los premios del Salón del Cómic de Barcelona. Permítanme que al hilo reflexione un poco en voz alta.
Las serpientes ciegas (BD Banda), de Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí ha resultado ganadora por partida doble: mejor obra española de 2008 y mejor guión. Sucede que esta es la tercera ocasión en la que un cómic guionizado por Cava se alza con el premio en Barcelona. El mejor de 1997 fue El artefacto perverso, dibujado por Federico del Barrio, y en el recuento de lo producido en 1999 le tocó el turno a la tercera parte de la trilogía de Lope de Aguirre, La expiación, ilustrada por un Ricard Castells en estado de gracia. Ambos libros son incisivas revisiones de la historia de España, y si aquel mostraba la represión cultural franquista jugando con el referente de los propios tebeos de aventuras producidos durante la dictadura –en clave de thriller o folletín o novela negra, negrísima–, la de Lope de Aguirre concluía la aguda y documentada revisión de las motivaciones del que fuera primer insurgente de hispanoamérica, transmutado por la fuerza de la historia en codicioso y demente. Así, Las serpientes ciegas va y viene a la guerra civil española desde unos Estados Unidos que son el territorio de tantas ficciones, antes tópico del subconsciente global que la nación del mismo nombre.
En cuanto a los premios, lo reseñable aquí es que en todas las ocasiones, también este año, el jurado del Saló ha sido explícito en su veredicto: se premia un álbum guionizado por Cava, sí, pero se premia precisamente por el guión de Cava. Ya ven, en las tres ocasiones mencionadas, el premio a la mejor obra ha ido acompañado del premio al mejor guión. Y no se lea aquí un menosprecio de los dibujantes, Del Barrio, Castells y Seguí son nombres propios del tebeo español, singulares, arriesgados, poseedores de una trayectoria jalonada de extraordinarias piezas, de las que reconcilian a uno con el medio y lo hacen soñar con un futuro de lecturas excitantes e inteligentes. Porque ya sabemos que Cava siempre se ha rodeado de autores, comenzando con Saturio Alonso y Pedro Arjona, esto es, desde los tiempos de El Cubri, pasando por Luis García, Laura, Keko o el portentoso Raúl, y hasta llegar a perlas como Pablo Aulladel o, ¿cuál será el próximo? Vean que no es moco de pavo. Y no hablo de las otras labores de Cava –el Madriz, el Injuve– porque no se trata aquí de eso. Se trata de celebrar al guionista.
Pues bien, que se ha vuelto a premiar al mejor de los nuestros, y con él, se premia un estilo, una forma de entender la historieta como arte y como medio de comunicación para adultos, para paladares sensibles. Y a uno sólo le queda preguntarse para cuándo el Gran Premio del Salón a su trayectoria o, mejor, el Nacional de Historieta. Si es que esto de los premios tiene alguna importancia, porque lo que queda, a fin de cuentas, es la obra.
Javier Fernández
Autor: FELIPE HERNÁNDEZ CAVA Y BARTOLOMÉ SEGUÍ
Editorial: BD BANDA
Páginas: 72
PVP: 16 €
Y finalmente se fallaron los premios del Salón del Cómic de Barcelona. Permítanme que al hilo reflexione un poco en voz alta.
Las serpientes ciegas (BD Banda), de Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí ha resultado ganadora por partida doble: mejor obra española de 2008 y mejor guión. Sucede que esta es la tercera ocasión en la que un cómic guionizado por Cava se alza con el premio en Barcelona. El mejor de 1997 fue El artefacto perverso, dibujado por Federico del Barrio, y en el recuento de lo producido en 1999 le tocó el turno a la tercera parte de la trilogía de Lope de Aguirre, La expiación, ilustrada por un Ricard Castells en estado de gracia. Ambos libros son incisivas revisiones de la historia de España, y si aquel mostraba la represión cultural franquista jugando con el referente de los propios tebeos de aventuras producidos durante la dictadura –en clave de thriller o folletín o novela negra, negrísima–, la de Lope de Aguirre concluía la aguda y documentada revisión de las motivaciones del que fuera primer insurgente de hispanoamérica, transmutado por la fuerza de la historia en codicioso y demente. Así, Las serpientes ciegas va y viene a la guerra civil española desde unos Estados Unidos que son el territorio de tantas ficciones, antes tópico del subconsciente global que la nación del mismo nombre.
En cuanto a los premios, lo reseñable aquí es que en todas las ocasiones, también este año, el jurado del Saló ha sido explícito en su veredicto: se premia un álbum guionizado por Cava, sí, pero se premia precisamente por el guión de Cava. Ya ven, en las tres ocasiones mencionadas, el premio a la mejor obra ha ido acompañado del premio al mejor guión. Y no se lea aquí un menosprecio de los dibujantes, Del Barrio, Castells y Seguí son nombres propios del tebeo español, singulares, arriesgados, poseedores de una trayectoria jalonada de extraordinarias piezas, de las que reconcilian a uno con el medio y lo hacen soñar con un futuro de lecturas excitantes e inteligentes. Porque ya sabemos que Cava siempre se ha rodeado de autores, comenzando con Saturio Alonso y Pedro Arjona, esto es, desde los tiempos de El Cubri, pasando por Luis García, Laura, Keko o el portentoso Raúl, y hasta llegar a perlas como Pablo Aulladel o, ¿cuál será el próximo? Vean que no es moco de pavo. Y no hablo de las otras labores de Cava –el Madriz, el Injuve– porque no se trata aquí de eso. Se trata de celebrar al guionista.
Pues bien, que se ha vuelto a premiar al mejor de los nuestros, y con él, se premia un estilo, una forma de entender la historieta como arte y como medio de comunicación para adultos, para paladares sensibles. Y a uno sólo le queda preguntarse para cuándo el Gran Premio del Salón a su trayectoria o, mejor, el Nacional de Historieta. Si es que esto de los premios tiene alguna importancia, porque lo que queda, a fin de cuentas, es la obra.
Javier Fernández
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