26 enero 2009

LA BRILLANTE IRRADIACIÓN

Título: Las tres paradojas
Autor: Paul Hornschemeier
Editorial: Astiberri
Páginas: 84
PVP: 16 €

Sin duda, Paul Hornschemeier es uno de los autores más sugestivos del panorama actual de la historieta estadounidense. Es minucioso en el diseño de sus obras, bellas y elegantes, y demuestra un continuo deseo de experimentación formal y estética que se acompaña siempre de una destacable penetración temática. Los dos volúmenes de su trabajo disponibles en nuestro idioma, Madre, vuelve a casa y Las tres paradojas –servidos ambos con el respeto al lector y la pulcritud habituales de la editorial Astiberri– son una buena muestra de la coherencia artística del autor de Forlorn Funnies y le han granjeado comentarios laudatorios dentro y fuera de la industria. El mismísimo Will Eisner lo saludó en la solapa de Madre, vuelve a casa: “¡Brillante! Excelente literatura gráfica. Este libro deja el gueto del cómic muy atrás”; y, por su parte, el escritor Jonathan Lethem le dedicó las siguientes líneas recogidas en la contraportada de Las tres paradojas: “Paul Hornschemeier no resuelve la tensión entre el tono irónico y el tono íntimo de sus trabajos, sino que lo explota maravillosamente. El resultado irradia brillantez”.
Nacido en Cincinnati en 1977 y educado en el ambiente rural de Georgetown, Hornschemeier se sintió atraído por el lenguaje de la historieta desde la lectura, siendo niño, de la reedición de un número de la seminal e inigualada etapa de Steve Ditko en Spiderman, y también tuvo a su disposición algunas maravillas como los libros de Edward Gorey y recopilaciones de viñetas del New Yorker, amén de los habituales tebeos de superhéroes que llegaban a su pueblo. Como revela Gary Groth en la entrevista realizada a Hornschemeier en el número de verano de 2005 de la sensacional revista Mome: “A los 18, asistió a la Ohio State University (donde finalmente se convirtió en el único historietista de su generación que obtuvo una titulación en filosofía) y tuvo una revelación: Ghost World de Dan Clowes”. El descubrimiento del panorama indie impulsó al joven artista a editar su primera serie de tebeos, de corte vanguardista, titulada Sequential y, posteriormente y bajo el prestigioso sello Fantagraphics, otra de nombre Forlorn Funnies en la que vio la luz por entregas Madre, vuelve a casa.
Su trabajo ha sido nominado a premios tan importantes como los Harvey, Eisner e Ignatz, su nombre aparece frecuentemente en las antologías de nuevo cómic –acreditado en cualquiera de sus facetas de autor, diseñador o colorista– y se le ha incluido en experiencias tan personales como Bizarro o Autobiographix. Precisamente en esta última recopilación publicó una especie de esbozo en blanco y negro de uno de los argumentos cruzados de Las tres paradojas, una anécdota íntima y poética que, al igual que sucede con toda la producción de Hornschemeier, ofrece nuevos e inesperados matices con cada lectura.

crashcomics.blogspot.com









19 enero 2009

TÚ LLEGARÁS MUY LEJOS

Título: Una temporada en el infierno
Autor: Beto Hernández
Editorial: La Cúpula
Páginas: 132
PVP: 18 €

Una temporada en el infierno, la novela gráfica de Beto Hernández (California, 1957) recientemente publicada en nuestro país, es un claro ejemplo de la mejor tradición narrativa estadounidense de fábulas y alegorías morales, que tantas obras significativas ha aportado a la historia del medio y que junto con la sátira política o social y la ficción propagandística conforman el grueso de la producción tebeística de aquel país.
Del fundacional Yellow Kid de Outcault al Agujero negro de Burns, pasando por los míticos cómics de la E. C. o los mismísimos tebeos de superhéroes, la historieta norteamericana ha sido frecuentemente un vehículo de representación de los valores sociales y económicos de la autoproclamada tierra de la libertad. En el peor de los casos, el mensaje subyacente es el mero dictado de lo políticamente oportuno, una forma de adoctrinamiento, de imposición estética de las ideologías consideradas positivas en cada momento. Así, las arengas patrióticas de, por ejemplo, Milton Caniff en su celebrada y genial Terry y los piratas durante los años de la segunda guerra mundial encuentran ahora su continuación en las lágrimas de todo un genocida como el supervillano Doctor Muerte en las páginas de Amazing Spider-Man al contemplar la caída de las torres gemelas de Nueva York durante el 11-S o, siguiendo con el hombre araña, en la aparición victoriosa y amable de Obama en la cubierta de uno de los números recientes del trepamuros.
En el otro extremo, la voluntad política se concreta no en la realización de resúmenes oficiales o gubernamentales sino en el genuino cuestionamiento de los límites éticos, en un trabajo de subversión de los símbolos aceptados irreflexiva o bienintencionadamente y la ruptura de los estereotipos que cimentan el estatus quo. Bajo esta óptica, los trabajos contraculturales de autores como Crumb o Spain continúan la necesaria y controvertida labor de ensanchamiento y refutación de los géneros realizada por los Kurtzman, Krigstein o Craig en la década de 1950, y es precisamente en este linaje en el que se inscribe la desasosegante novela gráfica de Beto Hernández, sin duda su pieza más notable desde la colosal Río Veneno.
El lector de Una oportunidad en el infierno es introducido directamente en el doble ámbito de la novela moral y de la serie B. Ese dibujo naif de la niña que nos mira inexpresivamente desde la portada del libro mientras sostiene su maleta y su bolsa de viaje, apostada de noche bajo una farola junto a un par de prostitutas, declara una filiación directa con las novelitas populares y es la antesala de los diversos e intercambiables infiernos por los que habrá de transitar la protagonista en su escalada social desde el basurero en que transcurre su infancia hasta alcanzar la, en apariencia, idílica vida matrimonial.

Javier Fernández




14 enero 2009

LA REALIDAD HECHA FICCIÓN

Título: AUTOBIOGRAPHIX
Autor: VV. AA.
Editorial: Glénat
Páginas: 104
PVP: 15 €

En 2003, y como síntoma del importante auge comercial del cómic autobiográfico, Dark Horse publicó AutobioGraphix, un delicioso volumen de historietas cortas de temática confesional que recopilaba trabajos de firmas consagradas como Will Eisner, Frank Miller o Sergio Aragonés junto con páginas de luminarias de la escena independiente de los ochenta –léase Matt Wagner o Paul Chadwick– y otras de autores emergentes, más o menos recién llegados. El librito fue editado en España en 2006 por Glénat y, en general, continúa siendo una lectura fresca y recomendable para todos los interesados en el asunto, un acercamiento muy personal –más allá de las limitaciones del espacio asignado a cada creador– a esta cada vez más significativa corriente del tebeo estadounidense establecida como enérgica alternativa al género superheroico y una muestra de la labor de editores competentes como Diana Schutz, responsable de la compilación.
En total son dieciséis piezas realizadas por diecinueve historietistas fieles a sus respectivos estilos gráficos y argumentales. Junto a la parodia supuestamente ácida e intrascendente de Miller –que despacha su ego contándonos detalles reales e imaginarios de su participación en el rodaje cinematográfico del Daredevil de Ben Affleck y Jennifer Garner– o la ingeniosa solución adoptada por Wagner –narrar la receta culinaria del pollo a la parmesana–, el lector puede disfrutar con anécdotas más persuasivas como el encuentro entre Sergio Aragonés y Richard Nixon, los recuerdos de una prolongada estancia en los apartamentos Golden Palm –y lo peligroso de la convivencia humana– en “El edificio que no estalló” de Paul Chadwick, las inquietantes vacilaciones técnicas de William Stout durante su etapa de retratista en Disneylandia en el verano de 1969, la divertida rabieta existencial del punzante Eddie Campbell o la soberbia recreación de la primera experiencia profesional del maestro Eisner.
El tono íntimo lo aportan historietas como “Normas de vida”, de Jason Lutes, una hermosa reflexión sobre la búsqueda de sintonía con el entorno en la que el
autor de Juego de manos y Berlín da rienda suelta a su particular forma de entender el arte secuencial, seis páginas de conversación entre Lutes y el lector que se sirven tanto de la frialdad analítica como de diversos recursos metafóricos y emocionales. O también “De esto estamos seguros”, notable muestra del territorio de indefinición epistemológica y experimentación formal desarrollado por el extraordinario Paul Hornschemeier en cada una de sus obras. El delicado puzzle de Hornschemeier, uno de los artistas más personales y memorables de la enésima hornada del llamado nuevo cómic estadounidense, responsable además del diseño del volumen que nos ocupa, cierra AutobioGraphix de forma significativa: sus ocho páginas son el boceto previo de su novela gráfica Las tres paradojas, por lo que, en cierto sentido, constituyen tanto el final del libro como el principio de algo que va más allá de este.

Javier Fernandez

04 enero 2009

LOS SPIRIT DE FRANK MILLER



Título: THE SPIRIT: EL LIBRO DE LA PELÍCULA
Autor: Mark Cotta Vaz y Frank Miller
Editorial: Norma Editorial
Páginas: 256
PVP: 29,50 €




Aparte de la castaña esta que se ha estrenado en el cine, conviene recordar que Frank Miller ha versioneado con brillantes resultados The Spirit de Will Eisner al menos en otras dos ocasiones.
El primer Spirit de Miller fue Daredevil, el personaje clásico de la factoría Marvel que el bueno de Frank comenzó a reinventar en aquel mítico número 158 de mayo de 1979, todavía con guión de Roger McKenzie, y, más concretamente, a partir del número 168 de enero de 1981, cuando la joven promesa se hizo cargo también de la escritura de la serie. En sus propias palabras: “Nunca planeé dibujar superhéroes. Mi género favorito siempre había sido la ficción criminal. [...] Con Daredevil encontré el vehículo perfecto. La seña más características del héroe se presentaba como una discapacidad: es ciego. Estaba en posición de poder hacer mis cómics criminales. Seguí el ejemplo de The Spirit, de Will Eisner. Él dio a su héroe una máscara para contentar a sus editores. En mi caso, tenía a un tipo ciego en mallas rojas”.
En manos de Miller, el héroe ciego se transformó en un justiciero urbano de novela negra, merodeador de los bajos fondos, enfrentado al hampa, con más vidas que un gato y siempre dispuesto a repartir hostias en cualquier tugurio atestado de maleantes. Paulatinamente, los personajes secundarios –héroes y villanos, aunque a veces no resulta fácil decidir quién es quién– se adueñaron de la serie y los argumentos se fueron llenando de conflictos emocionales y dramas psicológicos de tono amargo, muy en la línea de Eisner pero genuinamente Miller. Si el primero disponía de un sentido del humor envidiable, y su Spirit roza continuamente lo paródico, el segundo se decantó más abiertamente por una estilización de la violencia nunca antes vista en un tebeo de superhéroes y un cierto grado de realismo en el tratamiento del protagonista, que lo mismo quedaba lisiado y escayolado a resultas de una de sus batallas como daba muestras de un comportamiento preocupantemente psicopático. Y esto me lleva a Elektra, el personaje creado por Miller en el citado número 168, un olvidado amor de juventud del protagonista convertida ahora en sangrienta mercenaria que explota las debilidades afectivas y mentales del héroe. Elektra guarda obvias similitudes con la Sand Saref de Eisner pero, de algún modo, compendia todas las perdidas y asesinas que pueblan las páginas de The Spirit.
La acumulación de personajes perturbados y marginales, la inexcusable importancia de la ciudad en la narración, la continua experimentación gráfica y el uso incesante del claroscuro son también elementos heredados de Eisner. Miller los hizo suyos en Daredevil y los convirtió más tarde en la espina dorsal de Sin City, su obra de madurez comenzada en 1991, de carácter coral y sin protagonista definido, su otro The Spirit.
Ambas obras son mucho más fieles al espíritu del maestro que el pastiche torpe y aburrido del celuloide y a ellas remito a quien esté interesado en disfrutar con una versión radical, posmoderna y contemporánea de la obra magna de Will Eisner.

Javier Fernandez