09 diciembre 2011

LA ÚLTIMA FRONTERA

Título: AQUEL QUE VIAJA, AQUEL QUE PASEA
Autor: RAÚL
Editorial: DIPUTACIÓN DE SEVILLA
Páginas: 120
PVP: 12 €


Me las paso hablando de Raúl, ni sé la de veces que lo he citado a lo largo de los años, o, mejor dicho, siempre que puedo lo traigo a colación. Iba a añadir: venga o no venga al caso, pero es que, oiga, siempre viene al caso. Mi primer libro de poemas lleva por portada un dibujo que hizo expresa y generosamente para mí; dibujó también la portada del segundo, pero este lo dejé inédito porque el contenido no está aún a la altura de la ilustración. La primera entrada de mi blog de historietas es la reproducción de una serigrafía suya que también me regaló, y tengo enmarcados más dibujos suyos que de cualquier otro artista. Diez, doce veces regalé su libro Fe de erratas, y otras tantas hice lo propio con Berlín 1931, y si me encontrara una caja de tebeos de Raúl en una librería no duden que los compraría todos para después darlos sin más intención que ayudar a la causa. Que no es otra que mostrar, demostrar, que el madrileño criado en Córdoba es el súmmum del tebeo español, el no va más, la última frontera.
Pasa además que el que lo ve lo entiende, y uno se vuelve acólito de inmediato. Por eso estoy que no quepo en mí desde que se inauguró la exposición Aquel que viaja, aquel que pasea en Sevilla, el pasado día 25 de noviembre. Porque sé que cuando acabe el evento, el próximo 8 de enero, habrá muchos más raulistas por el mundo. Proselitista que es uno, y ecuménico el mensaje. Los reconozco de inmediato, a los raulistas, y si no, no hay caso: antes o después acabamos hablando del genio, que es que nos come por dentro, y ahí ya encajamos las piezas. Rara vez tomo yo el tren para ir a ver una exposición, quiero decir, ha sido una sola vez –ya ven si es raro– esta del pasado sábado que me fui con mi mujer al XII Encuentro del Cómic y la Ilustración de Sevilla, concretamente a la Casa de la Provincia, donde está la muestra. Pero, claro, cómo no ir si se trata de Raúl, que se prodiga poco. O peor aún, que lo prodigan poco.
Permítanme adelantarles que la muestra está dividida en dos partes, como el catálogo que la acompaña: Uno, Aquel que viaja, compilación de páginas de historieta y escenas colombianas, las primeras mágicas, imposibles, irredentas, tan absorbentes que no sabe uno cómo dejar de mirarlas, las segundas impactantes, tremendas, rabiosas. Y dos, Aquel que pasea, paneles que reproducen un puñado de las numerosísimas ilustraciones de prensa, poemas visuales que el artista ha ido diseminando a lo largo de los años por varias, privilegiadas, publicaciones y de las que, en la mayoría de los casos, no existe ya original que exponer. Digo poemas visuales y habrá quien piense que un poema lo escribe cualquiera. Estos no. Son fruto de un talento bárbaro, de los de nocaut.
La selección expuesta no es tan amplia como iba a serlo en un principio, pero ya se sabe que tenemos a la administración en crisis y paseando tijeras, aunque no estoy yo por quejarme, insisto, sino loco de contento. Hay un montón de inéditos enmarcados, y estos han caído luego dentro del catálogo, así que se pueden disfrutar en casa, una y otra vez. Y hablando del catálogo –que arriba he puesto que vale 12 euros porque es el precio al que lo vi en una mesita, aunque no sé yo si no se lo regalarían a ustedes si lo pidieran amablemente–, el libro incluye un jugoso ensayo escrito por Raúl, que revela algunas de sus intenciones artísticas y hace un recorrido didáctico por diversas piezas, y tiene también un cuco desplegable y hasta guardas impresas. Ay, qué cosa más bonica…


Javier Fernández