

Las nominaciones a la Mejor obra de autor español en 2008, en las que se mezclan propuestas realizadas por insignes representantes de la vieja guardia junto con otras de nuevos pero consagrados valores en alza, son las siguientes: 36-39. Malos tiempos II, de Carlos Giménez (Glènat), Jazz Maynard 3: Contra viento y marea, de Raule y Roger (Diábolo Ediciones), La revolución de los pinceles, de Josep Busquet y Pere Mejan (Dolmen), El manual de mi mente, de Paco Alcázar (Random House Mondadori) y Las serpientes ciegas, de F

36-39. Malos tiempos es la serie con la que Carlos Giménez (Madrid, 1941) –Gran Premio del Saló en 2005 por el conjunto de su obra y nombre propio de la historieta española, creador de un sinfín de obras de referencia– regresa por sus fueros. El notable anecdotario de la dramática cotidianeidad del Madrid de los años de la guerra civil, vista a través de los ojos de personajes anónimos, auténticos protagonistas de la historia, emociona y fascina por igual.
Las serpientes ciegas es la (esperada) reunión de otros dos pesos pesados de nuestro tebeo: Felipe Hernández Cava (Madrid, 1953) y Bartolomé Seguí (Mallorca, 1962). Con su inconfundible y extraordinario estilo, y apoyado gráficamente por un portentoso Seguí, Hernández Cava, que ya ganó este premio en 1997 y 1999, nos conduce desde la depresión estadounidense hasta la guerra civil española para narrar la derrota de los ideales comunistas y libertarios en un relato de búsquedas (y pérdidas) encadenadas.

Y, finalmente, El manual de mi mente recopila una selección de historietas –ácidas, juguetonas, alucinadas– producidas por Paco Alcázar (Cádiz, 1970) entre 1997 y 2007. Con una estética cercana al independiente norteamericano, pero decididamente personal y castiza, el libro de Alcázar es un alimento inaudito y superlativo y –puesto que Dinero, de Miguel Brieva, no ha salido nominado, vaya a usted a saber por qué– desde aquí le deseo el premio de todo corazón.
Los cinco tebeos nominados en la categoría de obra extranjera son: Fun Home, de Alison Bechdel (Random House Mondadori), Crónicas Birmanas, de Guy Delisle (Astiberri), La educación de Hopey Glass, de Jaime Hernández (La Cúpula), La torre oscura: El nacimiento del pistolero de Stephen King, de Peter David, Robin Furth, Jae Lee y Richard Isanove (Random House Mondadori) y, por último, RG Volumen 2. Bangkok-Belleville, de Pierre Dragon y Frederik Peeters (Astiberri). Un quinteto heterogéneo en el que destaca la doble nominación a Astiberri, uno de los sellos más arriesgados, cuidadosos e interesantes del panorama nacional, y el también doblete de Random House Mondadori, editorial generalista que no deja de sorprender por su acertada elección de títulos y su consideración de la historieta como un género más de la literatura actual. Junt

Personalmente, a pesar de la ingente cantidad de premios internacionales cosechados por la magnífica serie de Dragon y Peeters, ficción sobre los manejos de los servicios de inteligencia dotada de actualidad política y un cierto rigor periodístico, y obviando el telefilme –bueno, sería mejor decir superproducción– de David y compañía, creo que Bechdel, Delisle y Hernández son, de entre esta escasa lista, los mejores representantes de la potencia artística del cómic, y cualquiera de ellos sería un digno venceder del premio. Jaime Hernández (Oxnard, California, 1959), co-creador de la mítica Love and Rockets y ganador en 1993 de este mismo premio con Las mujeres perdidas (compilada en el primer volumen de Locas, La Cúpula), lleva tres décadas sentando cátedra y proponiéndose como uno de los más intensos y originales narradores contemporáneos, y esta de Hopey Glass, a la que ya dediqué un comentario extenso hace unos meses, es una pequeña obra maestra que no desmerece frente a sus mejores trabajos. El quebequense, Guy Delisle (1966), representante de un tipo de historieta similar al docudrama, después de haber trasladado al lector a China y Corea del No

Por último, Alison Bechdel (Pennsylvania, 1960) escribe y dibuja Fun Home, el tebeo con el que precisamente abrí esta sección a principios del noviembre pasado. Un poderoso juego de intertextualidades y un libro autobiográfico intenso, formalmente riguroso, penetrante, agudo e inteligente –dejemos aquí los adjetivos, se acaba el espacio– que justifica por sí solo el presente boom de la novela gráfica. En mi opinión, la joya de la corona de esta reunión de joyas.
Javier Fernández