Título: ZOT! (Vol. 1 y 2)
Autor: SCOTT McCLOUD
Editorial: ASTIBERRI
Páginas: 280/u
PVP: 20 €/u
Valorado, sobre todo, por su labor teórica –concretada en tres extraordinarios ensayos gráficos: Entender el cómic (Astiberri, 2005), La revolución de los cómics (Norma, 2001) y Hacer cómics (Astiberri, 2007)–, Scott McCloud (Massachussets, 1960) se dio a conocer a mediados de la década de 1980 con Zot!, una aseada serie de culto publicada en origen por la malograda editorial independiente Eclipse en dos etapas diferenciadas. La primera, de 10 números impresos en cuatricromía comenzó su andadura en abril de 1984; y la segunda, otros 26 tebeos en blanco y negro que continuaron la numeración interrumpida en 1985, estuvo a la venta entre 1987 y 1991.
Precisamente estos últimos, que permanecían inéditos en nuestro idioma, son los que ahora recopila Astiberri –a excepción del 19 y el 20, abocetados por McCloud pero dibujados por Chuck Austen, y sin las historietas de complemento perpetradas por el ingenioso autor de minicómics Matt Feazell– en dos tomos que traducen el reciente y grueso volumen de HarperCollins, dividiéndolo matemáticamente por la mitad. Para la ocasión, el autor ha considerado conveniente realizar determinadas correcciones e incluir una multitud de comentarios que informan puntualmente de sus motivaciones y aspiraciones durante la confección de la serie, revelando asuntos autobiográficos del texto y de su situación personal, toda vez que se disculpa aquí y allá por la falta de recursos estilísticos y narrativos con que acometió Zot!
Si en lo formal McCloud muestra en la serie su aprendizaje a base de adaptar al lenguaje del cómic estadounidense muchas de las dinámicas visuales propias del manga, en lo temático se parte de la improvisación y el desenfreno para acabar centrando el asunto en la cotidianidad y el intimismo de un conjunto de personajes adolescentes, con una creciente conciencia de autor y una querencia por el realismo que hace innecesaria la presencia del superhéroe y orienta finalmente la serie hacia el indie.
Lo cierto es que Zot! es un tebeo distraído y fresco, simpático y naif, cuya ingenuidad característica se beneficia de la bisoñez del joven McCloud, pues cualquier intento de tomar demasiado en serio las aventuras de este adolescente volador llegado de otra dimensión, candoroso, optimista y carente de complejos, hubiese privado a la serie de toda su ternura y encanto. Máxime si tenemos en cuenta que el desarrollo de la misma aconteció durante los años en que la industria se decidió a dinamitar el concepto de superhombre con la publicación de inspirados y oscuros trabajos de Frank Miller y Alan Moore, entre otros. Quiero decir con esto que, frente a las distopías de Watchmen o Dark Night Returns, la mirada de McCloud es luminosamente utópica y desenfadada, algo que pilló por sorpresa a casi todo el mundo en su momento y derivó en las diversas nominaciones a los premios Eisner y Harvey cosechadas por Zot!
Javier Fernández
Autor: SCOTT McCLOUD
Editorial: ASTIBERRI
Páginas: 280/u
PVP: 20 €/u
Valorado, sobre todo, por su labor teórica –concretada en tres extraordinarios ensayos gráficos: Entender el cómic (Astiberri, 2005), La revolución de los cómics (Norma, 2001) y Hacer cómics (Astiberri, 2007)–, Scott McCloud (Massachussets, 1960) se dio a conocer a mediados de la década de 1980 con Zot!, una aseada serie de culto publicada en origen por la malograda editorial independiente Eclipse en dos etapas diferenciadas. La primera, de 10 números impresos en cuatricromía comenzó su andadura en abril de 1984; y la segunda, otros 26 tebeos en blanco y negro que continuaron la numeración interrumpida en 1985, estuvo a la venta entre 1987 y 1991.
Precisamente estos últimos, que permanecían inéditos en nuestro idioma, son los que ahora recopila Astiberri –a excepción del 19 y el 20, abocetados por McCloud pero dibujados por Chuck Austen, y sin las historietas de complemento perpetradas por el ingenioso autor de minicómics Matt Feazell– en dos tomos que traducen el reciente y grueso volumen de HarperCollins, dividiéndolo matemáticamente por la mitad. Para la ocasión, el autor ha considerado conveniente realizar determinadas correcciones e incluir una multitud de comentarios que informan puntualmente de sus motivaciones y aspiraciones durante la confección de la serie, revelando asuntos autobiográficos del texto y de su situación personal, toda vez que se disculpa aquí y allá por la falta de recursos estilísticos y narrativos con que acometió Zot!
Si en lo formal McCloud muestra en la serie su aprendizaje a base de adaptar al lenguaje del cómic estadounidense muchas de las dinámicas visuales propias del manga, en lo temático se parte de la improvisación y el desenfreno para acabar centrando el asunto en la cotidianidad y el intimismo de un conjunto de personajes adolescentes, con una creciente conciencia de autor y una querencia por el realismo que hace innecesaria la presencia del superhéroe y orienta finalmente la serie hacia el indie.
Lo cierto es que Zot! es un tebeo distraído y fresco, simpático y naif, cuya ingenuidad característica se beneficia de la bisoñez del joven McCloud, pues cualquier intento de tomar demasiado en serio las aventuras de este adolescente volador llegado de otra dimensión, candoroso, optimista y carente de complejos, hubiese privado a la serie de toda su ternura y encanto. Máxime si tenemos en cuenta que el desarrollo de la misma aconteció durante los años en que la industria se decidió a dinamitar el concepto de superhombre con la publicación de inspirados y oscuros trabajos de Frank Miller y Alan Moore, entre otros. Quiero decir con esto que, frente a las distopías de Watchmen o Dark Night Returns, la mirada de McCloud es luminosamente utópica y desenfadada, algo que pilló por sorpresa a casi todo el mundo en su momento y derivó en las diversas nominaciones a los premios Eisner y Harvey cosechadas por Zot!
Javier Fernández
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