19 octubre 2009

“EL CIELO QUE CUBRE LA PATRIA MÍA”

Título: CARLOS GARDEL. LA VOZ DE ARGENTINA
Autor: MUÑOZ & SAMPAYO
Editorial: PLANETA DeAGOSTINI
Páginas: 64
PVP: 9,95 €

El arte de los argentinos José Muñoz (1942) y Carlos Sampayo (1943) es incomparable. Por separado han realizado trabajos notables pero juntos, amalgamados ambos en la firma Muñoz & Sampayo, constituyen uno de los hitos principales de esta forma de expresión que es la historieta. Hablar de Muñoz & Sampayo, dibujante y guionista respectivamente, es hablar de una leyenda viva que engrandece el medio y lo reinventa en una obra rica y extensa jalonada de obras extraordinarias. A ellos se deben trabajos capitales de la historia del cómic como la serie Alack Sinner, sobresaliente de principio a fin, compuesta hasta la fecha por ocho volúmenes, algunos de los cuales, como Encuentros y reencuentros o Nicaragua, podrían ser utilizados para delimitar la excelencia. O Sophie y Sudor sudaca, dos álbumes dolientes, de belleza extravagante y bastarda, intercontinental, que mira a los ojos a su ascendiente occidental con rasgos –rostro, voz, olor, color de piel– completa y rabiosamente criollos.
Editada originalmente en francés en 2008, Carlos Gardel. La voz de Argentina es la traducción a nuestro idioma –aprovecho desde aquí para agradecer la edición a Planeta– de la nueva colaboración del dúo, un trabajo que ofrece cierta transparencia en comparación con las mejores obras del equipo creativo pero que se sitúa a altísimo nivel, gráfica y literariamente.
El Gardel de Muñoz y Sampayo es, en palabras de ambos: “nuestra declinación de la vida de Carlos Gardel, y cuando decimos declinación no queremos insinuar que se trata de una interpretación, sino más bien de una obra artística basada en aspectos de la vida de un artista”. La anécdota narrativa toma como punto de partida un debate televisivo en torno al cantante mantenido por el doctor Delfín Leocadio Barrasa, “la mayor autoridad mundial sobre Gardel”, y Horacio Herrera Schwartz, un sociólogo especialista en identidad nacional, que es, a su vez, visto por diversos espectadores entre los que destaca un tal Romualdo Nerval, imitador de Gardel. La mirada poliédrica permite a los autores ir acotando distintas escenas del ídolo en formación desde diversos puntos de vista, sin dar nada por sentado. Y este parece ser el sentido último del análisis propuesto: la ambigüedad. Gardel murió en Colombia en un accidente de aviación pero quizá fue en realidad asesinado por Nerval; Gardel canta para los políticos conservadores pero también para los comunistas; su relación con las mujeres puede sugerir una homosexualidad aunque quizá se trate sólo de un respeto beatífico a la figura materna; o, dicho de otro modo, el que será símbolo nacional ¿nació en Argentina? ¿En Francia? ¿En Uruguay?
Y es que, en última instancia, esta libre aproximación al “argentino ideal” encierra, por vía de la especulación estética, una meditación sobre la propia identidad de Argentina: “Barrasa: Algunos testigos demuestran que Gardel había puesto muy alto el listón de la identidad nacional. Herrera S.: ¿Nacional, de qué nación?”.

Javier Fernández

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