Título: ROUGH WORK
Autor: ARNIE & CATHY FENNER
Editorial: UNDERWOOD BOOKS SPECTRUM FANTASTIC ART
Páginas: 128
PVP: 19,95 $
Pues sí, ha muerto Frazetta. El diez de mayo. Estaba viejito: 82 años, tenía delicada la salud y había andado recientemente en feas lidias familiares por causa de su legado artístico. O dinero, que al fin viene a ser lo mismo. Y no hace tanto, apenas seis meses, que uno de sus óleos, el impreso en la cubierta de la clásica edición de Lancer Books de Conan the Conqueror, cambió de manos por la cifra récord de un millón de dólares; récord para el artista, se entiende, que en esto del arte el techo anda ciento y pico veces por encima, y subiendo. Con todo, convendrán que puesto en número, 1.000.000, se ve de lo más respetable. No olviden que son dólares. Por ahí he leído que lo mató un derrame cerebral, requiescat in pace.
Y prefiero no ponerme aquí a contarles vida y milagros, que de eso hay mucho en internet. Si les parece lo recordamos un ratito y luego a otra cosa. Se dice que con Frank Frazetta se nos va un mito, uno de los ilustradores más importantes de la segunda mitad del siglo XX, el creador de una manera entera de ilustrar. De ilustrar fantasía, claro está. Y bueno, no seré yo el que lo discuta: sus motivos, colores, formas, intenciones los ha imitado todo quisque, y ¿cuándo con la impactante gracia del original? Los Boris, Brom, Jusko, Norem y compañía le deben medio sueldo al maestro y le deberían el otro medio si se hubiesen aprendido del todo la lección. A Jeff Jones no lo incluyo en la lista porque este tiene un nombre propio más propio, es más raro. Personalmente lo prefiero al bueno de Frank, pero no es de eso de lo que estamos hablando.
A lo mejor les parece que uso un tono impreciso, ni frío ni encendido, y no es que no vaya a echar de menos a Frazetta, ni que no lo haya yo querido, especialmente hace años, cuando me las relamía cada vez que me topaba con un coffe table book suyo. Aparte de lo dicho, me vale, y mucho, que su Conan sea el Conan Conan, y también que las tintas de su blanco y negro posean esa elegancia excepcional, igualmente imitada, lo que pasa es que, casualidades de la vida, me he pasado toda la semana leyendo un volumen sobre otro ilustrador, J. Allen St. John, que me tiene loco y del que estaba decidido a hablarles hoy, y me da un poco de rabia haber tenido que variar el tema. Claro que más rabia me da que se haya muerto Frazetta. Ya lo dijo, ay, aquella figura alta y canosa con que se topó Conan en el número tres de The Barbarian, allá por 1971: “Hasta los dioses deben morir”.
Por cierto, el libro que supuestamente se reseña aquí es el último que adquirí de Frazetta, hará cosa de un año o año y medio. Es un sketchbook, una selección de borradores y bocetos de ese dibujante del que siempre se reconoció el detallismo y pulcritud de sus acabados, una muestra del pulso humano que subyace a la tantas y tantas veces denominada perfección. Y me gusta. Me gusta que no todo en Frazetta sea mito. Le da otro aire.
Javier Fernández
17 mayo 2010
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