31 enero 2011

EL BUEN (COSMO) DICTADOR

Título: MARVEL GOLD. LOS VENGADORES. LA SAGA DE KORVAC
Autores: SHOOTER, PÉREZ, BUSCEMA, WENZEL, ETC.
Editorial: PANINI
Páginas: 236
PVP: 21,95 €

A comienzos de 1978, el hasta entonces guionista y editor asociado Jim Shooter es ascendido a la categoría de editor de Marvel Comics Group, lo que lo coloca el primero en el escalafón editorial de la exitosa compañía fundada con el nombre de Timely por Martin Goodman en 1939. Desde su bautizo como Marvel a comienzos de la década de 1960, y merced a la creación de personajes como Spiderman o Hulk y la recuperación de iconos como el Capitán América, la empresa ha experimentado un espectacular desarrollo que la ha llevado a la cabeza del sector, y luego de unos años de relativo desorden interno, debe ahora crear la estructura que le permita capitalizar las elevadas ventas y asumir una posición de liderazgo. Para este fin, el nuevo editor crea para sí mismo la denominación de editor en jefe y, desde ahí, dicta un organigrama de editores y editores asociados que asumirán la gestión de la totalidad de las publicaciones de la casa, siempre bajo la férrea supervisión y absoluto control del propio editor en jefe, esto es, de sí mismo.
Entretanto, y precisamente con fecha de portada de enero de 1978, Shooter inicia la escritura de La saga de Korvac, en las páginas de The Avengers. Korvac, un villano de medio pelo creado por Steve Gerber y Jim Starlin en el número 3 de Giant-Size Defenders (1975), ha sufrido una espectacular transformación que nos lo presenta convertido aquí en una especie de ser todopoderoso. Por cosas de la omnipotencia, Korvac ha abrazado la filantropía, pero, debido a una serie de rocambolescos y ridículos motivos argumentales que no merece la pena reseñar, acaba enfrentándose a vida o muerte con los Vengadores. “Soy un dios”, clama Korvac en la última escena del número 176 de The Avengers, “Y también iba a ser… ¡Vuestro salvador! Porque en el cosmos hay mucha crueldad e injusticia. Y yo estaba en una situación privilegiada para cambiar eso, para someter toda la existencia a mi justo y benévolo mandato”.
He aquí el tema propio de un megalómano: el del benefactor que es combatido y maltratado por sus inferiores, carentes de la sabiduría y la visión del poderoso. El buen dictador que renuncia a sus deseos –encarnados en este trágico folletín por la abnegada y amorosa Carina– y se inmola en pos de la imposible utopía. Así es que, después de una larga, épica y dolorosa batalla en la que Los Vengadores ejecutan sumarísimamente a Korvac, la única superheroína que queda finalmente en pie junto a Thor, Moondragon, confiesa: “Ahora siento la mayor agonía que jamás he sentido… porque he visto cómo unos niños mataban primero el sueño… ¡Y luego la esperanza!” –en donde los niños son los superhéroes que yacen maltrechos por el suelo y sueño y esperanza, con sus puntos suspensivos y su admiración, son vaya usted a saber qué.
Y es que los jefes, los editores en jefe, también lloran.

Javier Fernández

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