Autor: HARVEY PEKAR Y OTROS
Editorial: LA CÚPULA
Páginas: 196
PVP: 20 €
Cleveland. No sabe uno ni dónde está. Bueno sí, en Ohio, por ahí donde los Grandes Lagos. En Estados Unidos, eso seguro. En fin, Cleveland, he ahí una ciudad sin glamour; y sin embargo hay al menos tres cuestiones que la convierten en un punto clave de la geografía tebeística norteamericana, un vórtice mágico, un volcán.
1932. Dos chavales de 17 años capean en Cleveland el temporal de la Gran Depresión. Uno ha nacido allí, el otro es un canadiense emigrado. La economía se va al garete y tienen la ocurrencia de inventar un villano calvo de poderes telepáticos que pretende el domino del mundo. A falta de mejor nombre lo bautizan “el super-hombre”, como ese de Nietzsche capaz de generar por la voluntad de poder su propio bien y su propio mal. Un año después, le dan un lavado de cara al personaje, le ponen pelo, lo convierten en héroe, pero le mantienen el nombre. Oye, Jerry, ¿y si lo hacemos extraterrestre? Vale, Joe, dibújale una S en el pecho, la S de Superman. Y sí, el mundo ya no volvió a ser el mismo.
1975. Después de meses de caer y caer por un vórtice dimensional, otro insigne extraterrestre, sumido en pensamientos de duda sobre su propia existencia, se da de plumas contra Cleveland en las páginas del número 4 de un tebeo con el ridículo nombre de Giant Size Man-Thing, que en la vernácula viene a ser “el hombre cosa de tamaño gigante”. Se trata del pato Howard, la genial parodia de aquel Superman de Siegel y Shuster ideada por Steve Gerber, un símbolo formidable del cruce de la cultura popular con el underground, del mainstream con la contracultura. Y en Cleveland, mira tú por dónde, fijará su residencia el hombre-pato.
1976. Harvey Pekar cierra el círculo y completa, precisamente en Cleveland, el derribo de Superman iniciado por Gerber. Animado diez años atrás por Robert Crumb, quien le persuadió de las posibilidades narrativas y la sencillez productiva del medio de la historieta, Pekar se lanza al fin a la aventura y autoedita y distribuye American Splendor, una de las más célebres cabeceras de la historia del tebeo gringo independiente, hito del arte confesional que describirá durante más de treinta años el día a día del hombre común, del working class hero, de uno de nosotros. El superhombre escrito por Pekar –y dibujado en aquel primer número por Gary Dumm, Greg Budgett y el propio Crumb, entre otros– no es extraterrestre, sino hijo de emigrantes polacos; no es un símbolo ni una parodia, es real como la vida misma; no vuela, subsiste; no tiene identidad secreta, y a menudo duda de tener siquiera identidad propia.
Los tres citados son monumentos pop, y fíjense que el primero ha derivado en mito, lo que embrolla todo análisis; que el segundo sigue inédito en nuestro idioma tres décadas y media después –y reclama una edición crítica que proporcione al lector el sustrato histórico necesario para apreciarlo–; y que el tercero, popularizado por el filme de 2003, nos había llegado sólo en volúmenes escasos y coyunturales. Hasta hoy, que La Cúpula nos ofrece una espectacular antología de esta gran novela americana de reciente cuño. Lo cósmico y lo cotidiano en la calles de Cleveland. Quién lo iba a decir.
Javier Fernández
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