28 julio 2011

HABLA, HIJO MÍO

Título: BINKY BROWN CONOCE A LA VIRGEN MARÍA
Autor: JUSTIN GREEN
Editorial: LA CÚPULA
Páginas: 72
PVP: 18 €

Dice Robert Crumb en la contraportada de Binky Brown conoce a la Virgen María que Justin Green fue “el primer, completamente el primer dibujante que creó comics autobiográficos profundamente personales”, y sirve la frase de Crumb como reclamo publicitario, pero –sea o no exacta la afirmación– el hecho es lo de menos. Lo discute el propio Green en su extenso epílogo, tan interesante, si cabe, como la propia novela gráfica: “La autobiografía es un fait accompli, una fruta lista para ser cosechada. La historia de Binky era contingente en mí habiendo visto los primeros trabajos de otros historietistas underground. Además del Retrato del artista adolescente, de Joyce, había leído El lamento de Portnoy, de Philip Roth y La trilogía de Studs Lonigan, de James T. Farrell”. Véase que Green no sólo no se adjudica la medalla de haber inventado el subgénero sino que relaciona su pretendida obra biográfica con tres joyas de la ficción literaria del siglo XX, tres novelas. O, por acercarnos lo máximo posible, con tres ejercicios de ocultación biográfica en la ficción. Y es que subyace en la modestia de Green la clara sugerencia de que todo artista tiene algo de autobiógrafo y que toda biografía es similar a la ficción. Y visto así, quién ha inventado qué.
Pero no quiero con esto restarle mérito al libro –válgame Dios, o la Virgen María, que diría Binky Brown–, muy al contrario, lo que pretendo es darle su auténtico valor al relato, una de las piezas más singulares, valientes y hermosas que conozco, y, sí, pionera en la historia del medio, pero ¿en qué sentido? Lo dice esa representación de El colgado, arcano mayor del tarot, en la página de créditos, que representa la introspección, la inacción como forma de germinación: “Oh, lectores míos, la saga de Binky Brown no la hice únicamente para que vosotros os entretengáis, sino también para purgarme de la neurosis compulsiva que sufro desde que abandoné oficialmente el catolicismo”. Porque, bien mirado, también en Binky Brown conoce a la Virgen María la religión católica pasa a un segundo plano, es un mero catalizador que permite el surgimiento del verdadero tema del libro: el desorden obsesivo-compulsivo.
Bajo esta óptica, y siempre siguiendo el epílogo de Green, la portada del álbum dibuja otro arcano, La fuerza, símbolo de los comienzos, y la Virgen María que sostiene la cabeza del postrado protagonista deja de ser un icono cristiano para convertirse en el elemento jungiano que “urge a Binky, el león cobarde, a tener valor para hablar, a confiar en que su verdad personal, aunque extraña y desoladora, es definitivamente válida”. Dice Green: “tengo que concederme un mérito que sí me merezco” y no es otro que haber realizado el primer “trabajo literario consciente” sobre la enfermedad que padece, el desorden ya citado. Y opino que es una experiencia inaudita y alucinante vivir en la cabeza de Binky Brown –tan similar a su autor como lo son entre sí Joyce y Stephen Dedalus– y ver el mundo desde su perspectiva desquiciada y sorprendente, aunque sólo sea por espacio de cuarenta páginas.
“El underground es un terreno de extrema pobreza”, nos recuerda Justin Green, y está claro que no se refiere a la pobreza artística. En esto el underground es una bolsa petrolífera, y Binky Brown conoce a la Virgen María un pozo inagotable.

Javier Fernández

1 comentario:

Paco dijo...

Lo tengo pendiente en casa,a ver cuando le puedo meter mano,que ahora estoy releyendo ASTERIOS POLYP,qué gozada de cómic!
Un saludo!