
Autor: P. CRAIG RUSSELL
Editorial: ROCA
Páginas: 186
PVP: 18 €
Coraline es la adaptación gráfica de la celebradísima y multipremiada novela homónima del británico Neil Gaiman (Portchester, 1960), que data de 2002 y que en el año en curso ha saltado a la gran pantalla, al musical e incluso al lenguaje binario de los videojuegos. El cómic vino un poco antes, en 2008, luego les hablo de él.
La reputación de Gaiman se cimentó precisamente en el mundo de la historieta, allá a finales de la década de 1980 cuando el impacto del también británico Alan Moore permitió el desembarco en la industria estadounidense de una oleada de firmas procedente de las islas. Concretando y por simplificar, su éxito puede atribuirse a los 75 números que componen The Sandman (1989-1996) –especiales y novelas gráficas aparte–, una larga saga de fantasía de la editorial DC protagonizada por Morfeo, Señor de los Sueños, quien es liberado en la actualidad luego de permanecer siete décadas prisionero por causas místicas y que, desde ese momento, ofrece al lector un colorido periplo por diversos mundos de la imaginación –incluido el nuestro, en diferentes épocas– caracterizado por el ingenio, la mezcla de géneros, la acumulación de referencias literarias y el eclecticismo estético. Lo cierto es que, más allá del fárrago y la artificialidad de muchos de sus pasajes, la serie contiene diversos destellos de brillantez y una eficacia modélica que le hizo granjearse una excelente recepción crítica y un interés aún mayor por parte del público.
Convertido en autor de culto desde entonces, recubierto de una pátina de prestigio, su trayectoria es la de un escritor correoso que dispone de buenas ideas, un estilo bien definido y un pequeño aunque sobradamente probado arsenal de recursos narrativos que combina con una importante dosis de autocomplacencia, un excesivo gusto por el truco argumental y un abuso del pastiche. En mi opinión, casi todos sus trabajos resultan atractivos en una primera lectura, pero pocos de ellos interesan en la segunda. Y es que Gaiman, tan dado al uso de

Pero no quiero dar una falsa impresión. Hablamos de un tipo listo al que hay que reconocer su filiación con palos del género de la fantasía que no siguen los gastados cánones de Tolkien –algo muy de agradecer, pues Tolkien sólo hay uno–, posee un lenguaje fluido y cierto sabor, no muy penetrante pero bien definido. Y Coraline es uno de los mejores ejemplos de su literatura, un libro infantil que juega acertadamente la baza del terror.
En fin, como quiera que de lo que se trataba de hablar aquí era del tebeo de P. Craig Russell (Ohio, 1951), premio Locus 2009 al mejor libro de arte y premio Eisner 2009 al mejor álbum juvenil, y no de la novela, y puesto que se me ha acabado el espacio, trataré de resumir tras los dos puntos el trabajo de este esteticista –un Ditko domesticado– especializado desde hace años en tareas de adaptador: Magnífico.
Javier Fernández