22 marzo 2010

DE VUELTA A LAS ESTRELLAS

Título: DREADSTAR Nº 1
Autor: JIM STARLIN
Editorial: PLANETA DeAGOSTINI
Páginas: 384
PVP: 30 €

Lo mejor que se me ocurre decir al respecto es que Jim Starlin (Detroit, 1949) tuvo su época, y su época fue la década de 1970. Starlin se hizo un nombre aquellos años realizando un puñado de tebeos de culto, ya saben los del Capitán Marvel y los de Warlock, con una estética que entonces quedaba de lo más resultona, y que mezclaba con desparpajo algunos rasgos gráficos de Ditko con cierta ominosidad tipo Kirby.
Por entonces, su trabajo compartía consideración crítica, verán que ha llovido, con el de una camada de renovadores del lenguaje de los superhéroes que incluía al nunca suficientemente ponderado Howard Chaykin o a los también emergentes P. Craig Russell o Walter Simonson. Quiere decir esto que su estilo gustaba de proponer determinados experimentos visuales y que hacía gala de un ritmo, una composición de página y un acabado ciertamente singulares, aunque sin la capacidad o la conciencia creativa de los nombres más sobresalientes de la generación inmediatamente anterior, los Steranko, Adams y compañía. Debo añadir que encontrar la firma de Starlin en aquellos tebeos de superhéroes, por lo general mediocres, siempre le daba su chispita de emoción a la lectura, y quizá sea por ello que uno le guarda aún cariño al dibujante, a pesar de lo irregular de su producción posterior.
Esto que se reedita ahora, Dreadstar, bien puede ser la obra cumbre de Starlin, metido a principios de los 80 en tareas de autor, y es también la frontera entre sus trabajos más memorables y lo demás. Se trata de una space opera sencillita y colorida, inspirada sospechosamente en el sofisticado y poético universo de Cordwainer Smith, pero también resumen de las inquietudes narrativas del creador de La muerte del Capitán Marvel, con su poquito de catastrofismo, sus muertes y resurrecciones, su guerra intergaláctica de turno -entre la Monarquía y la Iglesia de la Instrumentalidad- y su grupo de cowboys espaciales, rebeldes con vocación altruista. No es para tirar cohetes, aunque comienza con un pulso envidiable que tarda algunos números en diluirse; no muchos, por desgracia.
Pero no me malinterpreten, Dreadstar tiene su aquel, sobre todo tomado desde el principio, quiero decir, si se le suma La Odisea de la Metamorfosis, el serial publicado por la revista Epic en donde hizo su primera aparición Vanth Dreadstar, así como las dos novelas gráficas anteriores al material que integra el presente tomo y que, crucemos los dedos, se anuncian para más adelante. Estas páginas ausentes, resumidas convenientemente a lo largo del volumen, poseen una cualidad visual superior al resto y confieren la elegancia, la sobriedad y el misterio iniciales, sustituidos posteriormente por giros ingeniosos, dislates y clichés, síntomas del prolongado agotamiento creativo de Starlin. Con todo, se lee con agrado.

Javier Fernández

1 comentario:

carlos maiques dijo...

Uf, aquellos años de Z, Sizigy Darklock, el Señor Papal, Sauce (Willow?), entre tantos otros ejemplares de space operas variopintas, tipo Dynamo Joe, incluso Nexus, aunque estos últimos llegaron a España algo más tarde.

En una conversación del TCJ 300 con Ho Che Anderson, Howard Chaykin hablaba de Bernie Wrightson como si fuera un purasangre, un talento que se fue apagando a medida que la energía se apagó. Puede que no exactamente con Wrightson, pero lo que hacen actualmente Starlin, o por seguir, Byrne, gran parte de Simonson, Gulacy, o, mal que me pese, Chaykin, daría para un buen estudio.

Un saludo y hasta otra.