05 abril 2010

LOS DEFENSORES, MADRE MÍA

Título: ESSENTIAL DEFENDERS VOL. 3
Autor: STEVE GERBER, SAL BUSCEMA Y OTROS.
Editorial: MARVEL
Páginas: 384
PVP: 16,99 $

El trabajo de Steve Gerber al frente de The Defenders es entretenido y refrescante, pero es además un magnífico ejemplo del malgastado potencial innato de Marvel. Los veintitantos episodios de Gerber escapan de la complacencia y la autorreferencialidad habituales, apostando por abrir y recorrer nuevas vías, mayormente inusitadas para la época -les recuerdo que fueron escritos en 1975 y 1976.
Citando al también guionista J. M. DeMatteis: “Steve Gerber rompió el molde. Tenía voz individual en un momento en el que la mayoría de los escritores de Marvel -incluso los mejores- enterraban su individualidad bajo la pátina de Stan Lee. Llegó al universo Marvel, echó un vistazo a las enormes estructuras erigidas por Lee, Jack Kirby y Steve Ditko, se inclinó en deferencia a este genio colectivo y luego comenzó a patearlas ferozmente y con regocijo”; y hablando del rey de Roma, les dejó aquí una cita del propio Lee: “Steve Gerber fue una de las rarezas más valiosas del conjunto de guionistas, un escritor extraordinario que rechazó seguir los caminos trillados. Sus conceptos eran salvajes, inusuales e intensamente originales”.
Apoyado en la fluidez narrativa de Sal Buscema -embellecido en el último tramo por Jim Mooney y luego por un magnífico Klaus Janson-, el conjunto de la aportación de Gerber a The Defenders tiene sentido de obra, cuyo tema principal gira en torno a la conciencia y responsabilidad individuales. Y desde este punto de vista la metáfora del superhéroe cobra aquí nueva vida. Kyle Richmond, alias Nighthawk, es uno de los personajes que más se “beneficia” del tratamiento del guionista. Richmond sirve primero a Gerber como elemento de reflexión acerca del mundo económicamente despreocupado de los superhéroes y la pobreza existente fuera de la viñetas y, más tarde, cuando descubre atónito que su riqueza ha estado financiando a un grupo terrorista de ideología xenófoba, el conflicto entra en el terreno psicológico cuando su cerebro es extirpado quirúrgicamente del cuerpo y el personaje se ve forzado a madurar acosado por el estrés y el desconcierto.
Este es el ejemplo más claro, pero no el único. También Valkyrie brilla en las manos de Gerber. Encandenada mágicamente a nuestro mundo y forzada a habitar el cuerpo de una tal Barbara Norris, la valquiria nórdica tiene que vérselas con el pasado y el entorno de Norris, pero también con el resto de una realidad mundana que le es ajena. Es impagable la escena en que salva a un bebé de los suburbios de ser devorado por una enorme rata y también lo es su arresto e ingreso en una prisión de mujeres por los destrozos en la propiedad privada ocasionados al enfrentarse con el supervillano de turno.
En definitiva, la violencia y la acción en The Defenders mide la temperatura social de una década convulsa, lo que, sumado al ritmo trepidante y la excelente prosa, sirven para firmar uno de los tebeos más interesantes de los surgidos desde el corazón de la industria del entretenimiento.

Javier Fernández

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Vaya! Curiosamente, no hace mucho he estado releyendo antiguos números de Los Defensores de la epoca de Vertice y coincido en que había un trasfondo social importante que los cómics de hoy pocas veces manifiestan. Os dejo enlace de la breve reseña (no ten documentada como esta :) que hice en mi blog, un saludete :)
http://cronologiacubica.blogspot.com/2010/04/las-lecturas-de-juan-cubo-los_03.html