Sí, metí la pata.
Terminaba de releer V de Vendetta, por fin en mi propio ejemplar, regalo de Alberto y Rafa. Es curioso lo que mutan las lecturas cuando en vez de 14 o 15 tienes 30 años, sabes un poco más (o un poco menos) de qué va todo esto, y puedes detenerte, paladear y deleitarte con la delicia que supone cada gota de tinta impresa que, contoneándose sugerente, convierten al vulgar papel en arte y alimento del alma.
Disfruto con aquello que no me deja indiferente, que me hace pensar o soñar, que me abstrae y me convulsiona, que me muestra el más allá de mi cerrazón cotidiana, convirtiéndome en algo nuevo.
Debe ser por eso que estoy disfrutando a muchos niveles abordando la obra de Alan Moore.
Un mensaje duro, muy duro e impactante el de V de Vendetta, sin concesiones. Personajes muy oscuros, donde V florece en el caos necesario que él mismo orquesta dentro de un sistema totalitario (nuevamente brotan las lecturas de H.G. Wells) de índole fascista.
Un intelectual modus operandi, propio del genio criminal que insinúa ser más allá del filósofo, el arquitecto y el operario que encarna. Azote de sus semejantes, alguien que demuestra lo pernicioso de nuestras conductas cobardes, que en tantas y tristes ocasiones han dibujado la historia de esta especie, más allá de la literatura barata y las mentiras de Estado que encumbran a unos y defenestran a otros, designando arbitrariamente a héroes y villanos, confeccionando nuestras luces y nuestras sombras.
Tres palabras inundan las viñetas de V de Vendetta: Anarquía, Venganza y Libertad.
Esto es, un valor abiertamente positivo, la Libertad, e incuestionable a priori, del que los autores van desvelando lo perverso de su uso indiscriminado y lo falaz de esta libertad que con tanta alegría se nos vende y que, sin necesidad de distopía fascista, tenemos hoy en día completamente hipotecada y prostituida (muchos pensarán que al menos en esto que llamamos Occidente tenemos algo parecido a libertad. Yo no niego tal realidad, pero sinceramente, espero que el género humano sea capaz de construir algo mejor que estas migajas, alimento de famélicos).
Venganza, venganza. Qué sentimiento tan nefasto y a la par, ¡qué humano! Hace mucho tiempo hubo un tipo que decidió poner la otra mejilla y resultó tan sorprendente que la gente lo creyó un dios.
Nuevamente el cómic plantea la viabilidad y catadura moral de un acto vil a priori, de un ocaso que escala desde las raíces del odio, del miedo y de la violencia.
Yo apuntaría a decir, como ya han dicho antes muchos otros con distintas palabras, que la Razón ilustrada es meramente la madrastra de la Justicia que nos ampara, su verdadera madre es la Venganza. Y eso, para el hombre moderno como tú y como yo, no es fácil de aceptar ni es políticamente correcto, preferimos verla bella de vista cegada por cinta sin mácula, erguida con balanza equidistante pendiente sobre un brazo y la fiereza de la espada en el otro.
Y Anarquía. Qué delicia de exposición la de Moore cuando habla de ella, la gran derrotada y olvidada postura política en nuestro flamante siglo XXI. Posiblemente, la horda de memos que enarbolando tópicos desdibujan un concepto tan intelectualmente sugerente como turbio, ha conseguido noquearla.
No hay un anarquismo, hay muchos. Tal vez ese sea el problema, o tal vez la confusión que al menos en España a raíz de tan nefasta guerra reina en el imaginario colectivo identificando anarquismo con comunismo. No en todos los casos hay tantas vinculaciones ideológicas.
Cuando uno lee a Moore, anarquista confeso, está leyendo a alguno de los grandes ideólogos románticos ingleses, como Godwin. Un anarquismo intelectual, que mide a las personas sin clasificarlos en burgueses y proletarios, unificando su relevancia como seres humanos. Un anarquismo que rezuma y apuesta por una libertad más real, obviamente menos productivo que este sistema capitalista que nos asfixia, (algo que en tantas ocasiones, nos negamos a reconocer) pero indudablemente más sano y digno para cada uno de nosotros.
Bla. bla, bla, bla....
Y tonto de mí, me da por volver a ver la película de los Wachowski, que en su momento no me disgustara en absoluto. Normal, hacía como 15 años que había leído el cómic, lo que podía recordar no quedaba mal retratado.
Y claro...
Quizás, en la carátula de estas películas deberían de rotular: "CONTIENE UNA FUENTE DE FELANINA", como en las tapas de los productos light edulcorados, ¿no creéis? ¡Cómo pude dar el pase a semejante cosa!
La susodicha película no tiene casi nada que ver con la genial novela de Lloyd y Moore, todo queda en un juego de niños, en agua de borrajas, en un esbozo pueril recurrente que prefiera unas "Meninas" hechas con macarrones al lienzo de Velázquez.
Aquí una prostituta de 16 años se transforma en una trabajadora de realización de la tele, el Líder mentalmente trastornado y sumamente deshumanizado en un inquebrantable ejemplo de voluntad férrea. La sordidez se disfraza de estilo, el caos de orden, las numerosas citas literarias en chascarrillo (ojo, no siempre), El Maestro que es idea, en amante bobalicón, las ratas son menos ratas humanizadas, la crueldad del mundo por parte de todos acaba por ser maniquea, cutre, irreal. Si se pierden estos matices se mancilla lo que hace grande a la obra, si redimensionas la historia hacia los patrones canónicos del alelamiento supino del cine comercial norteamericano, el arte se convierte en bodrio y lo trascendente en ramplón.
La adaptación de Watchmen, infinitamente más compleja que la de V de Vendetta, parece una joya al compararse con esta cosa. Al menos hay un mínimo de respeto dentro del "homenaje" y la adaptación.
Y digo yo... ¿Quién cojones me mandaría ver otra vez la película?... Me volví a equivocar, para variar...
Francisco J. Serrano de la Vega.
25 noviembre 2009
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