El primer tomo de la más reciente andadura de GREEN LANTERN CORPS en el
nuevo universo Dc se lee de una sentada. Es entretenido y fresco. Al no cargar
las series de los Linternas Verdes con un nuevo origen que redefina todo sino
limitarse a continuar donde las cosas quedaron, la historia se centra desde la
primera página y va al grano de un contundente conflicto entre los policías
intergalácticos y una nueva amenaza, la de los despiadados Custodios, que
costará no pocos sacrificios personales a los Lanterns, tratados aquí por el
veterano en la colección (en volúmenes anteriores) Peter J. Tomasi como auténticos
soldados y guerreros más que como agentes de la ley de Oa en el cosmos.
Un enfoque adecuado teniendo en cuenta que el protagonismo, aunque
repartido en varios aguerridos Corps, recae en John Stewart (arquitecto y
marine de profesión) y Guy Gardner (deportista y dueño de un bar, el Warriors,
para los más duros), ambos de un marcado carácter castrense, más que los otros
dos agentes del sector espacial 2.814, el indomable piloto Hal Jordan y el
imaginativo dibujante Kyle Rayner, ausentes de esta serie por contar en la suya
propia con más que suficientes problemas, tan entretenidos como los del resto
de los Green Lantern Corps desde que hace unos años se insuflara nueva vida a
este mundillo cósmico al introducir nuevos conceptos como el del espectro
emocional, que arrojaron una luz distinta sobre los Guardianes y sus secretos,
resultando coherente y enriquecedor con el pasado de la colección.
Fernando Pasarín se ocupa de la parte gráfica. Es un dibujante mayúsculo,
uno de mis favoritos de Dc desde que se empleara a fondo en la JSA, alternándose
entonces con artistas de la talla de Dale Eaglesman. Una única pega a su espectacular trazo sería el, seguramente
intencionado, aspecto del que dota al grupo de Lanterns "chungos" (al
estilo de los Doce del Patíbulo) que Gardner recluta para su misión suicida. Su
aspecto humano resulta demasiado similar entre sí en todos ellos, y demasiado
parecido en definitiva al del propio Guy Gardner.
Pero es un detalle opinable sin importancia que no empaña para nada el
resultado de una narración fantástica y plenamente disfrutable.
J.A.Santiago