26 octubre 2009

UNA HERMOSA ADAPTACIÓN

Título: CORALINE
Autor: P. CRAIG RUSSELL
Editorial: ROCA
Páginas: 186
PVP: 18 €

Coraline es la adaptación gráfica de la celebradísima y multipremiada novela homónima del británico Neil Gaiman (Portchester, 1960), que data de 2002 y que en el año en curso ha saltado a la gran pantalla, al musical e incluso al lenguaje binario de los videojuegos. El cómic vino un poco antes, en 2008, luego les hablo de él.
La reputación de Gaiman se cimentó precisamente en el mundo de la historieta, allá a finales de la década de 1980 cuando el impacto del también británico Alan Moore permitió el desembarco en la industria estadounidense de una oleada de firmas procedente de las islas. Concretando y por simplificar, su éxito puede atribuirse a los 75 números que componen The Sandman (1989-1996) –especiales y novelas gráficas aparte–, una larga saga de fantasía de la editorial DC protagonizada por Morfeo, Señor de los Sueños, quien es liberado en la actualidad luego de permanecer siete décadas prisionero por causas místicas y que, desde ese momento, ofrece al lector un colorido periplo por diversos mundos de la imaginación –incluido el nuestro, en diferentes épocas– caracterizado por el ingenio, la mezcla de géneros, la acumulación de referencias literarias y el eclecticismo estético. Lo cierto es que, más allá del fárrago y la artificialidad de muchos de sus pasajes, la serie contiene diversos destellos de brillantez y una eficacia modélica que le hizo granjearse una excelente recepción crítica y un interés aún mayor por parte del público.
Convertido en autor de culto desde entonces, recubierto de una pátina de prestigio, su trayectoria es la de un escritor correoso que dispone de buenas ideas, un estilo bien definido y un pequeño aunque sobradamente probado arsenal de recursos narrativos que combina con una importante dosis de autocomplacencia, un excesivo gusto por el truco argumental y un abuso del pastiche. En mi opinión, casi todos sus trabajos resultan atractivos en una primera lectura, pero pocos de ellos interesan en la segunda. Y es que Gaiman, tan dado al uso decorativo de símbolos y motivos, es cualquier cosa menos denso.
Pero no quiero dar una falsa impresión. Hablamos de un tipo listo al que hay que reconocer su filiación con palos del género de la fantasía que no siguen los gastados cánones de Tolkien –algo muy de agradecer, pues Tolkien sólo hay uno–, posee un lenguaje fluido y cierto sabor, no muy penetrante pero bien definido. Y Coraline es uno de los mejores ejemplos de su literatura, un libro infantil que juega acertadamente la baza del terror.
En fin, como quiera que de lo que se trataba de hablar aquí era del tebeo de P. Craig Russell (Ohio, 1951), premio Locus 2009 al mejor libro de arte y premio Eisner 2009 al mejor álbum juvenil, y no de la novela, y puesto que se me ha acabado el espacio, trataré de resumir tras los dos puntos el trabajo de este esteticista –un Ditko domesticado– especializado desde hace años en tareas de adaptador: Magnífico.

Javier Fernández

19 octubre 2009

“EL CIELO QUE CUBRE LA PATRIA MÍA”

Título: CARLOS GARDEL. LA VOZ DE ARGENTINA
Autor: MUÑOZ & SAMPAYO
Editorial: PLANETA DeAGOSTINI
Páginas: 64
PVP: 9,95 €

El arte de los argentinos José Muñoz (1942) y Carlos Sampayo (1943) es incomparable. Por separado han realizado trabajos notables pero juntos, amalgamados ambos en la firma Muñoz & Sampayo, constituyen uno de los hitos principales de esta forma de expresión que es la historieta. Hablar de Muñoz & Sampayo, dibujante y guionista respectivamente, es hablar de una leyenda viva que engrandece el medio y lo reinventa en una obra rica y extensa jalonada de obras extraordinarias. A ellos se deben trabajos capitales de la historia del cómic como la serie Alack Sinner, sobresaliente de principio a fin, compuesta hasta la fecha por ocho volúmenes, algunos de los cuales, como Encuentros y reencuentros o Nicaragua, podrían ser utilizados para delimitar la excelencia. O Sophie y Sudor sudaca, dos álbumes dolientes, de belleza extravagante y bastarda, intercontinental, que mira a los ojos a su ascendiente occidental con rasgos –rostro, voz, olor, color de piel– completa y rabiosamente criollos.
Editada originalmente en francés en 2008, Carlos Gardel. La voz de Argentina es la traducción a nuestro idioma –aprovecho desde aquí para agradecer la edición a Planeta– de la nueva colaboración del dúo, un trabajo que ofrece cierta transparencia en comparación con las mejores obras del equipo creativo pero que se sitúa a altísimo nivel, gráfica y literariamente.
El Gardel de Muñoz y Sampayo es, en palabras de ambos: “nuestra declinación de la vida de Carlos Gardel, y cuando decimos declinación no queremos insinuar que se trata de una interpretación, sino más bien de una obra artística basada en aspectos de la vida de un artista”. La anécdota narrativa toma como punto de partida un debate televisivo en torno al cantante mantenido por el doctor Delfín Leocadio Barrasa, “la mayor autoridad mundial sobre Gardel”, y Horacio Herrera Schwartz, un sociólogo especialista en identidad nacional, que es, a su vez, visto por diversos espectadores entre los que destaca un tal Romualdo Nerval, imitador de Gardel. La mirada poliédrica permite a los autores ir acotando distintas escenas del ídolo en formación desde diversos puntos de vista, sin dar nada por sentado. Y este parece ser el sentido último del análisis propuesto: la ambigüedad. Gardel murió en Colombia en un accidente de aviación pero quizá fue en realidad asesinado por Nerval; Gardel canta para los políticos conservadores pero también para los comunistas; su relación con las mujeres puede sugerir una homosexualidad aunque quizá se trate sólo de un respeto beatífico a la figura materna; o, dicho de otro modo, el que será símbolo nacional ¿nació en Argentina? ¿En Francia? ¿En Uruguay?
Y es que, en última instancia, esta libre aproximación al “argentino ideal” encierra, por vía de la especulación estética, una meditación sobre la propia identidad de Argentina: “Barrasa: Algunos testigos demuestran que Gardel había puesto muy alto el listón de la identidad nacional. Herrera S.: ¿Nacional, de qué nación?”.

Javier Fernández

13 octubre 2009

UN PUÑADO DE GRANDES TEBEOS

Hoy, sin más, me gustaría compartir con ustedes un desordenado vistazo a las publicaciones recientes de Glénat, la filial española de la editorial gala fundada por Jacques Glénat a comienzos de la década de 1970.
Observando las novedades del año en curso –y procurando no retroceder demasiado– uno encuentra virguerías como la edición integral en un tomo de las páginas ácidas e iconoclastas de León el terrible, de Wim T. Schippers y Theo Van Den Boogard, aquella estupenda serie de humor absurdo y sin concesiones que aquí pudimos leer dentro de cabeceras como Cairo y Tótem –qué tiempos aquellos–. León iluminó mi juventud con su estúpida lucidez, y me hace realmente feliz volver a verlo por estos lares. Mayor respeto aún produce la reedición en un solo tomazo de Sambre, de Yslaire y Balac –este último aparece sólo en los inicios de la serie, comenzada en 1986–, un drama histórico de atmósfera gótica y voluntad romántica, melancólico y apasionado, situado en épocas de la revolución francesa y que es, sencillamente, uno de los tebeos más extraordinarios, delicados y hermosos que ha dado el cómic europeo en las últimas décadas, quizá a lo largo de su historia.
Siguiendo con las reediciones, Glénat ha devuelto a los anaqueles Los náufragos del tiempo, otra emblemática serie europea de los 70 y 80, debida en este caso a Paul Gillon y a un siempre histriónico Jean-Claude Forest –que firma el guión de los cuatro primeros episodios–, desaliñado y sin complejos. En total son diez álbumes, recopilados ahora de dos en dos, de una magnífica space opera futurista cuya primera edición española quedó interrumpida hace más de veinte años y que desde aquí recomiendo vivamente por su loca inventiva, su calidad creciente y la elegante finura del trazo de Gillon.
Cambiando el tercio, del mangaka Suehiro Maruo ha visto la luz La extraña historia de la isla Panorama, adaptación de la novela homónima del escritor Ranpo Edogawa que me atrevo a incluir en esta lista sin haber tenido aún oportunidad de leer por la fascinación que despierta en mí este autor raro y perverso al que sigo incondicionalmente. Furioso y truculento, el arte de Maruo marca, en mi opinión, una de las cimas del manga contemporáneo con su imaginería transgresora, sangrienta y perturbadora. De cualquier modo, en esta ocasión, el artista nacido en Nagasaki abandona los motivos habituales y se explaya tiernamente en un estilo puramente esteticista.
Y para acabar, incluyo en mi repaso la colección en cuatro volúmenes The One Pound Gospel, de mi adorada Rumiko Takahashi, que, de las obras citadas, es la que más tiempo lleva en las librerías. Comedia romántica protagonizada por un joven boxeador y una monja, The One Pound Gospel es un ejemplo más de la formidable calidad de la autora de Maison Ikkoku, quien vuelve a desplegar aquí una narrativa aparentemente sencilla pero que esconde esa maestría incomparable que la sitúa entre los más grandes creadores de este arte llamado historieta.

Javier Fernández

03 octubre 2009

CLAROSCURO MENTAL

Título: TRÁGAME ENTERA
Autor: NATE POWELL
Editorial: LA CÚPULA
Páginas: 220
PVP: 20 €

El caso es que andaba yo dudando entre escribir una crítica discreta de Trágame entera o pasar directamente del tema, pues confieso que la lectura de la primera novela gráfica de Nate Powell (Arkansas, 1978) me ha dejado bastante indiferente, cuando al revisar el palmarés del citado tebeo encuentro que va camino de convertirse en una de las obras mas celebradas de los últimos tiempos.
Apunten: ganadora del premio Ignatz al debut más destacado de 2008, ganadora del premio Eisner de 2009 a la mejor novela gráfica original –premio en el que también estuvo nominada en las categorías de mejor dibujante y mejor rotulado–, finalista del Los Angeles Times Book Prize –y ojo aquí, que Trágame entera es la primera novela gráfica que logra entrar en esta lista desde la inclusión del mismísimo Maus de Art Spiegelman en 1992–, nominada al premio de la Young Adult Library Services Association (YALSA) de 2010 a la mejor novela gráfica para jóvenes y, cerrando el círculo, ganador de nuevo del premio Ignatz, pero esta vez en la reciente convocatoria de 2009 y en la categoría de mejor dibujante.
Y bueno, les dejo ahí el párrafo anterior –un poco densillo, no nos engañemos– para que vean que uno hace las tareas y también para que conste que el álbum en cuestión es una de las sensaciones de la temporada. Dicho lo cual, me pongo a lo mío que, en este caso, es opinar.
Sin querer restar méritos a la narrativa ordenada y fluida de Nate Powell, Trágame entera adolece desde mi punto de vista de la intensidad necesaria para sacudir y embriagar al lector y del vuelo propio de una gran obra. Ingredientes que sí caracterizan, por ilustrar el asunto, a dos novelas gráficas de la última década tan impactantes como Blankets, de Craig Thompson, y Agujero negro, de Charles Burns. Traigo estas a colación porque, con ambas, el trabajo de Powell guarda relación temática: el análisis del aislamiento de unos jóvenes con taras comunicativas y de integración social; si bien el hilo que une Trágame entera con el trabajo de Thompson traspasa lo temático para alcanzar también una cierta filiación estética.
De todas ellas, no me cabe duda que es la historieta de Burns la que habita a mayor altura por su capacidad metafórica y su magistral y sofocante atmósfera que, siendo irreal, nos obliga a considerarla en plano de igualdad con la realidad. El libro de Thompson es emocionante y sentimental, y está apoyado en el alarde expresivo del autor. Pero lo de Powell, lo he dicho antes de otra manera, falla en la construcción de la metáfora: una pareja trivial de hermanastros adolescentes azotados por la enfermedad mental que se refugian en una serie de trastornos compulsivos de lo más anodinos –nótense los adjetivos trivial y anodino–; y también falla en la expresión: eficaz, delicada si se quiere, pero tibia en exceso, carente del ardor o el frío que, en definitivas cuentas, separa la mediocridad de las cotas elevadas.

Javier Fernández

28 septiembre 2009

HACE UN MILLÓN DE AÑOS (II)

Título: TOR
Autor: JOE KUBERT
Editorial: PLANETA DeAGOSTINI
Páginas: 160
PVP: 12,95 €

Además de la miríada de títulos de los multimediáticos Batman y Superman, de los superhéroes que comparten universo creativo con esos dos y de fenómenos editoriales de autor como Watchmen, The Sandman y otras series de la línea Vertigo, todos ellos pertenecientes al fondo de DC Comics, Planeta –poseedora desde hace años de los derechos de traducción al español del inmenso y valioso catálogo de la editorial neoyorquina– ha incrementado considerablemente la oferta con respecto a lo que nos tenían acostumbrados las anteriores editoriales encargadas de la franquicia, trasladando a nuestro mercado un buen número de cabeceras comercialmente menores pero de calidad artística notable, cuando no sobresaliente, así como múltiples reediciones de algunos de los clásicos producidos por DC a lo largo de las décadas y que forman ya parte significativa de la historia del cómic.
Con formatos de los más diverso, una política de precios extraordinariamente competitiva y una labor editorial que combina cariño y acierto con descuidos impropios de una gran editorial –que van desde el pixelado de páginas hasta el baile de textos en los bocadillos o la impresión de textos inacabados por el traductor, por nombrar algunos de los más fallos más peculiares–, uno agradece la creciente ola de novedades y que, gracias a ella, se pueda acceder a obras de la hermosura de este Tor, recopilación de los seis números que componen la, hasta la fecha, última miniserie protagonizada por el personaje prehistórico creado en 1953 por Joe Kubert, y al que el maestro se sigue dedicando esporádicamente de tanto en tanto. Y se agradece aún a pesar del tamaño rácano e inapropiado del volumen, que tan poca justicia hace al festival gráfico y la exuberante propuesta argumental de Kubert.
Aun comprendiendo la decisión de Planeta, decidida firmemente a apostar –lo he dicho antes–por la contención en el precio, me pregunto si no habría sido más acertado dotar a la edición de un mayor tamaño y mejor encuadernación para señalar al lector que se halla frente a una obra singular y de culto salida del pincel de uno de los pocos gigantes del medio que aún se encuentra en activo, más en la estela de los tomos aparecidos en su país de origen y que recopilan el puñado de historias que componen la totalidad de la producción de Tor.
Sea como sea, Tor es una lectura deliciosa y altamente recomendable para todo amante de la aventura a lo E. R. Burroughs o Robert E. Howard –más el primero, por voluntad y estilo, que el segundo, pero también hay algo de este último en el continuo y amargo contraste entre el individuo y el grupo– y, por supuesto, para cualquier paladar que aprecie una recital narrativo de alto octanaje, tan soberbio que puede leerse con sorprendente claridad siguiendo sólo las imágenes y prescindiendo de los textos de apoyo.

Javier Fernández

23 septiembre 2009

HACE UN MILLÓN DE AÑOS (I)

Título: TOR
Autor: JOE KUBERT
Editorial: PLANETA DeAGOSTINI
Páginas: 160
PVP: 12,95 €

Con más de seis décadas de profesión a sus espaldas, Joe Kubert (1926), polaco nacido en Yzeran y emigrado a Brooklyn a la edad de dos meses, es una de las leyendas vivas del medio, y su estilo, mezcla de exuberancia y sobriedad, estilizado dinamismo y el rigor y la personalidad propios de un maestro del dibujo, consta entre los más influyentes e imitados de la historia del cómic. Su firma tiene el alcance de la de clásicos como Will Eisner, Jack Kirby o Alex Toth y, como estos, Kubert ha formado parte del proceso de modernización de la historieta estadounidense posterior a la creación y desarrollo del cómic de prensa a manos de los denominados pioneros y ligado a la invención de los formatos actuales como el comic-book o la novela gráfica.
Su carrera, comenzada a la tierna edad de once años, abarca el sinfín de géneros propios de las distintas etapas por las que atravesó la industria desde finales de la década de 1930: policíaco, fantacientífico, romántico, de terror, western…, una larga lista en la que brillan con luz propia sus aportaciones al género bélico en títulos como Our Army at War, GI Combat o Star Spangled War Stories, cabeceras de la editorial DC Comics popularizadas por personajes como el oficial de la segunda guerra mundial Sgt. Rock o el As Enemigo, una particular versión del Barón Rojo de la Gran Guerra, y, también para DC, un buen número de inolvidables páginas de aventuras medievales para Viking Prince o las fantasías superheroicas de personajes como Hawkman, Batman o Flash, sin olvidar su magnífica contribución gráfica a la leyenda de Tarzán.
Más recientemente, su firma también se ha sumado al mercado de la novela gráfica, al que ha contribuido desde 1991 con títulos como la celebrada Fax from Sarajevo (1996), emocionante y multipremiado relato que parte de las comunicaciones reales vía fax entre Kubert y el agente de cómics Ervin Rustemagic durante el conflicto balcánico, Yossel: 19 de abril de 1943 (2003) y Gánster Judío (2005). Ingresado en el Jack Kirby Hall of Fame de los premios Harvey en 1997, y en el Will Eisner Comic Book Hall of Fame en 1998, ningún apunte biográfico sobre Joe Kubert puede obviar la intensa y prolongada labor docente que ha desarrollado en el campo del dibujo para cómic desde que, en 1976, fundara la Joe Kubert School of Cartoon and Graphic Art, cuna de varias generaciones de artistas.
En cuanto a Tor, uno de sus personajes más carismáticos, es una creación original del propio Kubert, desarrollada intermitentemente en un escaso puñado de tebeos desde su debut en 1.000.000 Years Ago (1953), título de la compañía St. John Publications para la que el autor desarrolló también labores editoriales y en donde, junto a los hermanos Norman y Leonard Maurer, Kubert produjo, en 1952, el primer comic-book en 3-D de la historia.

Javier Fernández

18 septiembre 2009

LA ETERNA ADOLESCENCIA

Título: ZOT! (Vol. 1 y 2)
Autor: SCOTT McCLOUD
Editorial: ASTIBERRI
Páginas: 280/u
PVP: 20 €/u

Valorado, sobre todo, por su labor teórica –concretada en tres extraordinarios ensayos gráficos: Entender el cómic (Astiberri, 2005), La revolución de los cómics (Norma, 2001) y Hacer cómics (Astiberri, 2007)–, Scott McCloud (Massachussets, 1960) se dio a conocer a mediados de la década de 1980 con Zot!, una aseada serie de culto publicada en origen por la malograda editorial independiente Eclipse en dos etapas diferenciadas. La primera, de 10 números impresos en cuatricromía comenzó su andadura en abril de 1984; y la segunda, otros 26 tebeos en blanco y negro que continuaron la numeración interrumpida en 1985, estuvo a la venta entre 1987 y 1991.
Precisamente estos últimos, que permanecían inéditos en nuestro idioma, son los que ahora recopila Astiberri –a excepción del 19 y el 20, abocetados por McCloud pero dibujados por Chuck Austen, y sin las historietas de complemento perpetradas por el ingenioso autor de minicómics Matt Feazell– en dos tomos que traducen el reciente y grueso volumen de HarperCollins, dividiéndolo matemáticamente por la mitad. Para la ocasión, el autor ha considerado conveniente realizar determinadas correcciones e incluir una multitud de comentarios que informan puntualmente de sus motivaciones y aspiraciones durante la confección de la serie, revelando asuntos autobiográficos del texto y de su situación personal, toda vez que se disculpa aquí y allá por la falta de recursos estilísticos y narrativos con que acometió Zot!
Si en lo formal McCloud muestra en la serie su aprendizaje a base de adaptar al lenguaje del cómic estadounidense muchas de las dinámicas visuales propias del manga, en lo temático se parte de la improvisación y el desenfreno para acabar centrando el asunto en la cotidianidad y el intimismo de un conjunto de personajes adolescentes, con una creciente conciencia de autor y una querencia por el realismo que hace innecesaria la presencia del superhéroe y orienta finalmente la serie hacia el indie.
Lo cierto es que Zot! es un tebeo distraído y fresco, simpático y naif, cuya ingenuidad característica se beneficia de la bisoñez del joven McCloud, pues cualquier intento de tomar demasiado en serio las aventuras de este adolescente volador llegado de otra dimensión, candoroso, optimista y carente de complejos, hubiese privado a la serie de toda su ternura y encanto. Máxime si tenemos en cuenta que el desarrollo de la misma aconteció durante los años en que la industria se decidió a dinamitar el concepto de superhombre con la publicación de inspirados y oscuros trabajos de Frank Miller y Alan Moore, entre otros. Quiero decir con esto que, frente a las distopías de Watchmen o Dark Night Returns, la mirada de McCloud es luminosamente utópica y desenfadada, algo que pilló por sorpresa a casi todo el mundo en su momento y derivó en las diversas nominaciones a los premios Eisner y Harvey cosechadas por Zot!

Javier Fernández

07 septiembre 2009

REESCRIBIENDO EL SUEÑO

Título: OMEGA EL DESCONOCIDO
Autor: JONATHAN LETHEM (guión) y FAREL DARLYMPLE (dibujos)
Editorial: PANINI
Páginas: 256
PVP: 25 €

Fabricado en la década de 1960 por el impulso creador de Stan Lee y Jack Kirby –y de un escaso pero crucial Steve Ditko–, el universo Marvel se expandió y desplegó durante los años 70. A grandes rasgos, la estrategia esgrimida por los artistas implicados en este proceso se me antoja triple: por un lado se continuaron los conceptos, entornos y aventuras de los personajes originales; por otro, la compañía se apropió de ideas ajenas para incorporarlas a su propio torrente –me refiero a héroes pulp como Conan, Doc Savage o Fu Manchú, y a iconos literarios que van desde Drácula o Frankestein hasta los mismísimos marcianos de La guerra de los mundos–; y, por último, la cosmología de ficción se enriqueció con hallazgos originales, emulando la actitud primera de la compañía y yendo más allá de la mimetización de los logros heredados.
Uno de los escritores más aventajados e imaginativos de la entonces nueva y emergente generación fue Steve Gerber (1947-2008), poseedor de un estilo alucinado y paródico que prefiguró algunos de los motivos del cómic independiente de décadas posteriores. De su paso por Marvel quedan singularidades como el irreverente pato Howard o el malogrado Omega, protagonista de una serie de tintes oníricos y corta existencia –diez números entre 1976 y 1977–. Aparte de las situaciones derivadas de la inevitable presencia de un enigmático superhéroe llamado Omega, el verdadero conflicto de la serie es la confrontación entre un muchacho “criado para funcionar más con el intelecto que con la emoción” –citando al propio Gerber– y el ambiente hostil de los barrios bajos de Manhattan.
A pesar de su fracaso comercial, Omega el Desconocido logró excitar la fantasía de un infante Jonathan Lethem, futuro novelista ganador del National Book Critics Circle Award con Huérfanos de Brooklyn (1999) y autor, por ejemplo, de La fortaleza de la soledad (2003), quien, tres décadas después de la serie original, nos presenta una relectura delicada y reverencial, repleta de ideas y recursos literarios, y que viene apoyada por el grafismo de dos raros como el dibujante Farel Darlymple y el colorista Paul Hornschemeier –con la impagable aportación del genialmente radical Gary Panter, quizá el último nombre que uno esperaría encontrar en los créditos de un tebeo Marvel–, cuyo arte monótono y ordenado, indie por antonomasia, logra transmitir al texto un elemento de inquietud y desasosiego que, si bien elimina la emoción y el misterio del primer Omega, dota a esta segunda oportunidad de una curiosa y apreciable densidad y una plasticidad muy por encima de la media de publicaciones mainstream.
El resultado es un extravagante híbrido, a medias entre lo literario y lo plástico, entre lo comercial y lo independiente, al que merece asomarse y que es fiel reflejo, desde el corazón de la industria, del estado de agitación del nuevo cómic estadounidense.

Javier Fernández

17 agosto 2009

SUPERMAN EN ESENCIA

Título: ALL STAR: SUPERMAN
Autor: GRANT MORRISON (guión) y FRANK QUITELY (dibujos)
Editorial: PLANETA
Páginas: 304
PVP: 20 €

La alegórica portada del ahora lejano número 435 de Action Comics (mayo de 1974), obra de Nick Cardy, mostraba a un Superman ceñudo y enfurecido golpeando con sus dos puños cerrados una representación del planeta Tierra apenas mayor que la S del pecho del célebre superhéroe. Mares y continentes salían despedidos en todas direcciones y la leyenda impresa en cubierta rezaba: “¡Cuidado, Tierra! Es el día del Juicio Final cuando Superman grita… ¡Quiero destrozar el mundo!”.
Casi tres décadas y media después, la imagen dibujada por Frank Quitely y Jamie Grant para el número 10 de All Star Superman (mayo de 2008) presenta a un Superman satisfecho y sonriente que contempla otra pequeña esfera terráquea, flotando esta vez entre sus palmas abiertas e iluminando mística, casi religiosamente, el pecho y el rostro del superhéroe. No hay rótulos aquí, sino silencio. El silencio de un dios admirando sus obras.
Y es que si aquella del 74 era la estampa anodina del icono desorientado de la era post-Marvel, el retrato del superhombre a punto de cumplir treinta y seis años de existencia, esta ideada por el peculiar guionista Grant Morrison (Glasgow, 1960) es una especie de interpretación definitiva del mito, que contiene y amplifica el significado y la sustancia de todas las versiones que han forjado el icono conocido como Superman. Así, el protagonista de los doce números de la serie All Star Superman, ahora traducidos y recopilados en un solo tomo por la editorial Planeta, es la quintaesencia de un personaje diamantino pero con pies de barro que supera, quizá por primera vez en su historia, el reto de la evolución, abandonando el estado de ingenua perfección para acabar definitivamente inserto en el parnaso de los mitos.
El Superman de Morrison es un héroe intemporal, dotado de una curiosa motivación: el conocimiento inequívoco de su propia muerte, y se desenvuelve en un entorno de ciencia ficción con el aplomo y la hechura del semidios olímpico que necesita dar por terminadas doce fabulosas tareas antes de pasar a mejor vida. Pero el mundo diseñado por Morrison es también suma de la herencia de siete décadas de tebeos, teleseries, películas cinematográficas, dibujos animados y concepciones de todo tipo alrededor de la musculosa figura voladora venida del planeta Krypton. Y Morrison –asistido por el arte de Quitely y los acabados de Grant– las destila todas ellas con la certeza de que es precisamente el aroma pre-Marvel el que más justicia le ha hecho a Superman. La estructura rinde homenaje al estilo episódico y autoconclusivo y el conjunto progresa en pos de un estudiado sentido de obra, habitual en todo lo de Morrison.
Por una parte, All Star Superman pretende agotar los discursos posibles sobre Superman –y por momentos lo logra–, y, por otra, es un tebeo entretenido, elegante e imaginativo. No hay más mérito en una cosa que en otra.

Javier Fernández

12 agosto 2009

EL REY DEL CÓMIC 2

Título: KIRBY, EL REY DE LOS CÓMICS
Autor: MARK EVANIER
Editorial: ROSSELL
Páginas: 224
PVP: 49,95 €

Cuando se crea el universo Marvel, a comienzos de la década de 1960, Jack Kirby (Nueva York, 1917-California, 1994) posee ya una larga carrera como dibujante. Su trabajo previo es el de un esforzado autodidacta que ha asimilado muchos de los aspectos estéticos de los gigantes del cómic de prensa –los Foster, Raymond o Caniff– y que ha ido desarrollando un sabor propio en comic-books y tiras de prensa de todo tipo de géneros.
La edición en español del trabajo realizado por Kirby durante los años 50 es escasa y bastante errática. Aún así, existen muestras significativas, como la magnífica recopilación de tiras del serial Sky Masters of the Space Force publicada pulcramente por Glénat –y que se beneficia del estupendo entintado de Wally Wood–, algunos ejemplos de cabeceras de tebeos en los que se intuye el potencial posteriormente aplicado en Marvel –particularmente los episodios de Challengers of the Unknown, una suerte de precedente temático y estilístico de Los cuatro fantásticos editado por DC– y las historietas de monstruos y seres sobrenaturales que marcan la transformación de la editorial Atlas en Marvel Cómics.
Con todo, sin la decisiva participación de Kirby en Marvel, su firma difícilmente habría alcanzado el estatus de Rey del Cómic. Junto a Stan Lee, Kirby es el responsable de la creación de casi todos los personajes clásicos de la editorial neoyorkina. La masa, El hombre de hierro, Thor, Los vengadores, La patrulla-X, Daredevil o los citados Cuatro fantásticos nacieron en su paleta de dibujo, y Kirby no es sólo el responsable de su aspecto visual sino de toda una forma de expresión basada en el dinamismo exacerbado y un característico uso del volumen y la composición de página. Apoyado por un puñado de entintadores entre los que destacan Joe Sinnot y Vince Colleta, la línea de Kirby adquiere en Marvel una cualidad inusitada y su narrativa se despliega hasta el límite, convirtiéndose en el lenguaje gráfico por excelencia de los superhéroes. La agilidad, el sentido épico, el gusto por las cosmogonías y los enfrentamientos cósmicos, el cuidado diseño de personajes y ambientes –en los que destaca la visión de tecnologías monumentalmente deformadas– y el incesante contraste entre estéticas primitivas y futuristas son algunos de los rasgos más fácilmente identificables en la herencia de Kirby, que se extiende imparable década tras década.
En su retorno a DC, a comienzos de los 70, así como en su breve regreso a Marvel en 1976, Kirby es ya venerado como el gran demiurgo del género. Luego vendrían los años de decadencia, amargos y teñidos por la inaceptable falta de respeto mostrada por Marvel hacia su obra y su figura, y una última explosión creativa ocurrida dentro del panorama independiente que, pese a su escasa relevancia, muestra a las claras la infinita imaginación de uno de los pilares recientes de la historia del cómic.

Javier Fernández

20 julio 2009

EL REY DEL CÓMIC 1

Título: KIRBY, EL REY DE LOS CÓMICS
Autor: MARK EVANIER
Editorial: ROSSELL
Páginas: 224
PVP: 49,95 €

Estados Unidos, década de 1930. Son los años de la Gran Depresión y el viejo concepto de superhombre sobrevuela insistentemente las calles maltratadas por el paro y la pobreza. El ideal del individuo poseedor de un don sobrenatural, dueño de su destino, admirado por la sociedad, triunfante ante las calamidades es el sueño colectivo de toda una masa desencantada.
Edgar Rice Burroughs relata historias de hombres fuertes y valerosos exiliados en Marte o en Venus, enfrentados a titanes extraterrestres y seducidos por hermosas princesas mientras Robert E. Howard mecanografía la epopeya de un expeditivo bárbaro de épocas ancestrales, empeñado en cuestionar lo que de humano tiene el hombre. Arqueólogos fabulosos, como Doc Savage, y justicieros vengativos, como La Sombra, maravillan con sus aventuras a los radioyentes estadounidenses. Héroes multimedia, como Tarzán o El Zorro, llegan a la gran pantalla, y el cómic, que ya se atreve a probar suerte fuera de los periódicos, da un paso adelante y saca ventaja de los precarios efectos especiales del cine: ha nacido el superhéroe. Y el primer ejemplar de su raza, Superman, es el modelo definitivo.
Los tipos con superpoderes afloran y se desarrollan como iconos del cómic de finales de la década y comienzos de la siguiente, buscando su lugar natural junto a tantos y tantos aventureros de la cultura popular coetánea. Desde entonces, y hasta la era de la revolución digital, el medio de la historieta es el caldo de cultivo propicio para narrar la épica de estos combatientes modernos, virtuales semidioses hechos a medida de las fantasías de la sociedad de consumo. Fieles al diseño original pero modificados convenientemente para satisfacer el gusto de cada época, algunos de aquellos primeros superhéroes han continuado sus andanzas hasta nuestros días, pero sólo un puñado de ellos han logrado insertarse realmente en el imaginario, trascendiendo por encima del resto e incluso de sí mismos. Me refiero a Superman, Batman y al Capitán América, alumbrados, respectivamente en abril de 1938, mayo de 1939 y marzo de 1941.
Criado en la pobreza, hijo de un inmigrante austriaco judío que trabajaba en una fábrica, Jack Kirby –seudónimo de Jacob Kurtzberg (Nueva York, 1917-California, 1994)– fue, sin discusión, el gran arquitecto de la ficción superheroica. La vida en las calles le aportó un gusto particular por la acción, y toda su visión artística posee un vigor excepcional que la hace imperecedera. Creó el Capitán América con el escritor Joe Simon, es decir, participó en la propia confección del género. Con el paso de los años, su fuerte personalidad y su imaginación se concretaron en un talento narrativo fuera de la norma que le merecieron el apodo de Rey del cómic, y su estilo acabó siendo uno de los más imitados del medio a partir de su decisiva intervención en la creación del universo Marvel, junto a Stan lee, a principios de la década de 1960.


Javier Fernández

11 julio 2009

LOS SPIDERMAN DE STRACZYNSKI

Título: BEST OF MARVEL: SPIDERMAN DE STRACZYNSKI, 6
Autor: JOE M. STRACZYNSKI (guión), MIKE DEODATO JR (dibujos).
Editorial: PANINI
Páginas: 144
PVP: 15 €

Citado como uno de los creadores del serial televisivo Babylon 5, Joseph Michael Straczynski (Paterson, 1954) –o JMS como también se le conoce– posee una dilatada carrera en la televisión que incluye su participación en calidad de guionista, coproductor o supervisor de producción en teleseries como Másters del Universo, The New Twilight Zone o Se ha escrito un crimen. Ha trabajado para la industria del cine, es novelista, articulista de publicaciones como Los Angeles Times, Writer’s Digest o Penthouse, y recaló como guionista de cómics en Marvel en 2001 tras haber escrito apenas un puñado de tebeos, en especial dos, ambos editados por Top Cow: Rising Star (24 números, comenzados en 1999) y Midnight Nation (12 números editados entre 2000 y 2002). Al frente de ambas cabeceras, JMS desarrolló elementos del género de superhéroes y de la ciencia ficción, junto con otros más propios del terror y la fantasía, mostrando la pizca justa de brillantez y originalidad, un buen manejo de los elementos narrativos y un excelente sentido del ritmo.
Contratado por el gigante de la edición de cómics de superhéroes para insuflar nueva vida a Spiderman después de que el personaje estrella de la casa hubiese sido maltratado hasta la saciedad por una sucesión de guionistas mediocres –continuamente intervenidos en sus decisiones creativas por el staff editorial–, Straczynski propuso desde su llegada (The Amazing Spider-Man, vol. 2, nº 30, junio de 2001) una labor independiente y fresca. Su versión devolvió al personaje buena parte de la esencia perdida y sorprendió a los lectores al demostrar que el concepto creado por Stan Lee y Steve Ditko en la década de 1960 podía actualizarse y resultar interesante cuarenta años después sin necesidad de ser deformado hasta lo irreconocible.
Straczynski ideó un nuevo elenco de personajes secundarios y reforzó la presencia de los más clásicos para que la serie presentase un aspecto familiar, escribió argumentos ágiles sazonados con diálogos ingeniosos y divertidos y estructuró un desarrollo a medio plazo (hasta The Amazing Spider-Man, nº 508, julio de 2004) que reinterpretaba algunas de las características definitorias del protagonista, dotado a partir de ahora de un parentesco esotérico con las arañas.
La considerada segunda etapa de Straczynski, esta que comienza con el volumen 6 de la edición en tomo de Panini o, lo que es lo mismo, el nº 509 de The Amazing Spider-Man, es un camino largo y embarrado, marcado sobre todo por argumentos polémicos y decisiones artísticas que encubren estrategias de marketing e imposiciones editoriales. Hasta su marcha, en 2007, Straczynski prácticamente no dejó títere con cabeza y logró diluir casi por completo el grato recuerdo de sus primeros números.
Analizar esta misteriosa inversión es el único motivo que se me ocurre para sugerir a alguien su lectura.

Javier Fernández

06 julio 2009

ESPADACHINES Y MANSIONES ENCANTADAS


Para el lector curtido, resulta insólito el buen trabajo editorial que está realizando Dark Horse en su línea de versiones gráficas de la obra de Robert E. Howard, el célebre y malogrado creador del icónico Conan el bárbaro entre otros tantos personajes. Bajo el sello Robert E. Howard Official License, y tras el éxito de público y crítica de la labor desarrollada con Conan, Dark Horse ha ampliado la oferta relacionada con los escritos del autor texano, con una acertada elección de equipos creativos y un pulcro respeto por el tono y los conceptos originales.

Con fecha de noviembre de 2008 vio la luz el primero de los seis números mensuales de que consta la adaptación del relato seminal de Kull, The Shadow Kingdom, a cargo del escritor Arvid Nelson y el dibujante Will Conrad, con la aportación del argentino José Villarrubia en la paleta de colores. El resultado es un cómic impactante, muy distinto de anteriores aproximaciones al personaje, y que, por primera vez, posee un sabor propio que diferencia estética y narrativamente sus aventuras de las del famoso cimmerio. Unos meses antes, en septiembre de 2008, Dark Horse comenzó la edición en cinco partes de The Castle of the Devil. El editor y guionista Scott Allie, el ilustrador Mario Guevara y el multipremiado colorista Dave Stewart dan forma a esta historieta sangrienta y repleta de criaturas sobrenaturales protagonizada por el atormentado espadachín y asesino de demonios Solomon Kane. Y de nuevo, al igual que en el caso del rey de Valusia, la suya es la interpretación más consistente que se ha hecho del personaje hasta la fecha.

Al margen de Conan, Kull y Kane, Dark Horse ha probado suerte también con otro de los géneros en los que brilló Howard: el terror. En abril de 2008, veía la luz Pigeons from Hell, una serie limitada mensual de cuatro números escrita por el siempre interesante Joe R. Lansdale, que realiza aquí una reescritura libre del relato de Howard sobre una vieja mansión encantada de Louisiana, y modifica personajes y situaciones, aporta ingenio en los diálogos y un tono de humor negro muy característico del guionista, pero conserva intacto el sentido original de la historia. La versión se beneficia del frenético ritmo visual de Nathan Fox y el esmero en la construcción de atmósferas del omnipresente Dave Stewart.

Mientras llega la edición en español de estos trabajos, alguno de los cuales ya ha sido anunciado por Planeta, aprovecho para recordar que, antes de la concesión de la licencia oficial, Dark Horse publicó otras obras relacionadas con Howard que están pendientes de traducción como Kings of the Nights, del ciclo de Bran Mak Morn, la novela gráfica Almuric y el pastiche Ironhand of Almuric; o de reedición, como es el caso del estupendo Cormack Mac Art, tebeos todos ellos escritos por Roy Thomas.


Javier Fernández

29 junio 2009

UNA GRAMÁTICA DE LA DESOLACIÓN

Título: CATÁLOGO DE NOVEDADES ACME
Autor: CHRIS WARE
Editorial: MONDADORI
Páginas: 112
PVP: 24,90 €

Nacido en Omaha (Nebraska) en 1967, Chris Ware es uno de los artistas de cómic más sobresalientes de las últimas décadas, ganador de una infinidad de premios, como los más de veinte premios Eisner y Harvey a diversas facetas de su trabajo o el Guardian First Book Award de 2001 por su novela gráfica Jimmy Corrigan, The Smartest Kid on Earth –premio este que nunca antes había sido ganado por un tebeo–. Jimmy Corrigan, la única monografía del autor disponible en nuestro idioma hasta el presente libro de Mondadori, fue también elegida como la mejor obra publicada en 2003 por el Festival Internacional de Cómics de Anguleme y de 2005 por el Salón de Barcelona, y aparece sistemáticamente citada entre las mejores novelas gráficas de la historia. Su trabajo ha sido expuesto en el Whitney Museum of American Art (2002), en el Museum of Contemporary Art de Chicago (2006) y en el Jewish Museum de Nueva York (2006-2007).
Hablar de Chris Ware es hablar de una estética limpia al servicio de estructuras de página intrincadas, de una voluntad experimentadora heredera del espíritu de pioneros del medio como Winsor McCay, Frank King o George Herriman –nombres que acuden instantáneamente a la cabeza cuando se trata de buscar la ascendencia de Ware–, y de un gusto manifiesto por el diseño, la geometría, la tipografía y el lenguaje publicitario clásico. Ware ha investigado en profundidad los fundamentos visuales y narrativos de la historieta y tiene la rara habilidad de construir discursos aparentemente ortodoxos pero que resultan vanguardistas e innovadores, en especial debido a la obsesiva manipulación del tiempo mediante el uso de minuciosos montajes analíticos y las continuas repeticiones y variaciones de motivos, el delicado trabajo artesanal de la línea y los colores y el recurso constante a elementos metalingüísticos que determinan no sólo el tono sino la propia forma de mirar. Con todo ello, Ware logra dotar a la lectura de cada una de sus creaciones de una estética exclusiva y de un ritmo preciso, característicamente ligado al arte de la historieta.
Pero la fórmula Ware no se limita sólo a lo visual o la esfera de la narratividad, el autor de la Acme Novelty Library (19 volúmenes editados desde 1993, más varias publicaciones paralelas y recopilatorios, como el que ahora se traduce) posee una poética igualmente privativa y que contrasta de modo radical con el aspecto inmediato de su obra. Sus historias destilan tristeza y pérdida, y perturban por su retrato de la soledad del individuo en una sociedad que, en el mejor de los casos, lo ignora y, en el peor, lo agrede y humilla.
El conjunto constituye una de las opciones más atractivas de cuantas ofrece el cómic en la actualidad y, a la espera de una edición integral de su obra, no podemos sino felicitarnos del afortunado regreso de Chris Ware a nuestra mesa de novedades.

Javier Fernández

22 junio 2009

EL RETORNO DEL CIMMERIO

Título: CONAN LA LEYENDA. Nº 37
Autor: VV. AA.
Editorial: PLANETA DeAGOSTINI
Páginas: 72
PVP: 6,95 €

En la introducción del volumen 0, Born on the Battlefield, de la colección que recopila la serie de Conan publicada por Dark Horse, Ed Brubaker, escribe: “Probablemente la mayoría de los fans de Conan considerarán esto una herejía, pero el de Busiek/Nord y Busiek/Ruth es mi producto favorito de Conan de todos los tiempos (libros, películas, cómics, videojuegos, etc.). Y sí, eso incluye las historias originales de Robert E. Howard”. Herejía o no, lo cierto es que el cimmerio debe justamente gran parte de su popularidad a las distintas adaptaciones al cómic que dieron comienzo en 1970.
Roy Thomas, el guionista que convenció a Marvel de lo oportuno de llevar las andanzas del bárbaro a la historieta, es uno de los nombres clave de todo este asunto. Realizó en exclusividad la escritura de las distintas series de Conan durante su primera década, y definió un estándar de altura. Tras su marcha, Marvel utilizó la franquicia para producir pastiches de ínfima calidad y logró desvirtuar el personaje hasta convertirlo en una caricatura de sí mismo, y ni siquiera el regreso de Thomas, años después, pudo devolverle una mínima parte del fulgor perdido. Cuando en 2000 Marvel anunció el cierre definitivo de la línea dedicada a Conan, el suspiro de alivio fue generalizado.
Así pues, cuando Dark Horse retomó la licencia en 2003, la noticia se recibió con expectación pero también con recelo. Sin embargo, la labor que ha venido llevando a cabo la empresa de Mike Richardson –con el escritor Kurt Busiek, el dibujante Cary Nord y el colorista Dave Stewart, en primer término–, no sólo ha despejado todas las dudas iniciales sino que ha redefinido el canon, elevándolo frecuentemente por encima de los momentos más inspirados de Thomas. Las adaptaciones de relatos de Howard son la espina dorsal de este nuevo acercamiento al mundo hyborio, y la editorial se ha esforzado en mantener una calidad artística y una coherencia narrativa constantes y sin precedentes.
Tras el abandono de Busiek, la llegada de Timothy Truman a los guiones ha abismado aún más las diferencias entre las interpretaciones de Marvel y Dark Horse, algo que queda patente precisamente desde este número 37 de la edición española. Aquí da comienzo una memorable adaptación de Rogues in the House, y se continúa el arco argumental que conducirá a la orgiástica y ultraviolenta revisión de The Hand of Nergal, concluida en el número 50 americano, último de la serie antes de su reinicio bajo la cabecera Conan. The Cimmerian –aún con Truman y el argentino Tomás Giorello, que se alterna en la parte artística con el mismísimo Richard Corben–.
Siendo correcta, la edición española priva incomprensiblemente al lector de la deliciosa tira The Adventures of Two-Gun Bob, de Jim y Ruth Keegan, microrrelatos de la vida de Robert E. Howard basados en sus propias cartas, biografías oficiales y otras fuentes similares. Otro ejemplo del cariño y dedicación de Dark Horse hacia la obra y figura del escritor texano.

Javier Fernández

16 junio 2009

LA DESFRAGMENTACION FAMILIAR Y/O LA OTRA AMERICA

Título: OMBLIGO SIN FONDO
Autor: DASH SHAW
Editorial: APA APA
Páginas: 720
PVP: 27 €

La historia que nos ocupa marcará un referente en los próximos años.No podía empezar de otra manera la reseña de ésta obra magna:Después de 40 años de matrimonio, Maggie y Peter Loony dejan estupefactos a sus hijos al anunciarles que han decidido divorciarse por que ya no están enamorados. Esta declaración tendrá lugar en su espeluznante casa en la playa, donde han reunido a toda su familia para pasarla última semana juntos.
Todo ésto en un tomo gigantesco de tono sepia de exquisita textura.
Con ésta premisa casi anecdótica Dash Shaw(Hollywood, 1983),se basta él sólo para poner sobre la mesa un tema tan peliagudo como la institución familiar(y de su desfragmentación como tal),y las relaciones interpersonales que hay entre los miembros de la misma.
Dash Austin Shaw ya hacía mini cómics a la tierna edad de 4 años.Después de la infancia continúa afianzando conocimientos y acaba graduandose en la School of Visual Arts de Nueva York tras el Instituto.
Comienza a publicar obras como Love eats brains! (A zombie romance), Gardenhead,Goddess Head,Echo and Nacissus....
Tras La boca de Mamá(Apa Apa,2006),el autor se sumerge en una obra dificil donde sentimientos,personalidades,aceptación y desafío del trauma que supone una ruptura de tantos años hacen factibles las perspectivas de cada una de las realidades de los miembros.
Pasemos ahora a hablar de los recursos tan amplios que utiliza el jóven autor,que además de ser originales en su planteamiento,lo son también de forma inusual:entre viñetas nos encontraremos formularios de divorcio,álbum de fotos,planes de la casa de la playa,...
En sus viñetas nos encontraremos una diversidad considerable en cuanto a su tamaño y número para focalizar aun más la atención del lector en lo que está sucediendo en cada instante.
Otro tema que llama la atención de su extensa lectura es el seguimiento de los personajes por separado,acentuando de ésta manera de qué forma afecta a cada personaje la ruptura del núcleo familiar.
Otro sería el simbolismo que rodea a la obra,creando similitudes de los recovecos de la arquitectura de la casa con la estructura familiar,tan llenas ambas de intrigas.
Me sigue sorprendiendo la madurez del autor a la hora de abordar temas tan tabúes,sobretodo considerando sus 26 años de edad.
Ombligo sin fondo ofrece más de lo que a priori cuenta,como ya he indicado anteriormente.
Se hablará mucho de ésta obra,y espero que mucha gente la descubra lo antes posible.
Con su experimentación formal,quizás eche para atrás a los lectores menos arriesgados,pero para quienes se atrevan a adentrarse en sus páginas,...les merecerá la pena.
Otro tanto para Apa Apa Cómics,la editorial que ha publicado la obra en España,en una cuidada edición,que para lo que ofrece se pagan sus 27 euros con los ojos cerrados.

Francisco José Arcos Serrano

15 junio 2009

UN LADRÓN, UN SAQUEADOR, UN ASESINO

Hay pocas cosas que me gusten más que un buen tebeo de Conan. Supongo que el puñado de relatos de sus sangrientas y deleitosas andanzas escrito por Robert E. Howard es una de ellas. Y remarco lo de bueno, porque el antihéroe creado por el texano (1906-1936, sí, murió muy joven, lamentablemente se pegó un tiro, todo el mundo lo sabe) ha servido de excusa para detritos de la peor clase, como esa masa hipermusculada y sudorosa que deambulaba no hace mucho descuartizando a todo bicho viviente al grito de ¡Crom! por las cabeceras de algunos títulos Marvel de infame recuerdo o, mejor dicho, de ilustre olvido. Y verán que la perversión del personaje no es cosa exclusiva de los cómics. Rescato de la Wikiquote la siguiente cita de la película de John Millius (Conan el bárbaro, 1982) –por otra parte, entretenida–: “El valor te agrada Crom, concédeme pues una petición, concédeme la venganza, y si no me escuchas, ¡vete al infierno!”. O mejor esta otra: “¿Y tú, Conan, qué crees que es lo mejor de la vida?”; respuesta: “Aplastar enemigos, verlos destrozados y escuchar el lamento de sus mujeres”. Se le ponen a uno los pelos como escarpias, máxime si se tiene la imagen de Schwarzenegger en la cabeza. Lo que se dice un bestia.
Pero es que para ser un auténtico bestia, según el DRAE online, además de rudo se ha de ser ignorante. Y no es que Conan no sea rudo, que lo es –¡sólo faltaría!–, si no que a diferencia del gobernador de California –no me hagan caso, es una licencia poética–, el cimmerio tiene una personalidad compleja y hasta refinada, es astuto, romántico y apasionado, si bien, insisto, no se anda con chiquitas. Por no extenderme más en el asunto, les dejo aquí la definición del personaje que preparé para un glosario de superhéroes de la revista Quimera –las bastardillas son palabras del propio Howard– y otro día les hablo de los tebeos de Conan: “He aquí un bárbaro en toda regla, macizo y expeditivo, criado en las sombrías colinas de la norteña y pseudohistórica tierra de Cimmeria, land of Darkness and the Night, posterior al hundimiento de Atlantis y anterior en varios miles de años a nuestra era, que un buen día decide tomar el camino del Sur, según la leyenda, to tread the jeweled thrones of the Earth under his sandalled feet hasta obtener su propia corona luego de una homérica sucesión de espadazos, saqueos, matanzas y peripecias varias habitualmente relacionadas con sañudas bestias prehistóricas, oscuros nigromantes y hembras voluptuosas. Un salvaje, sí, a thief, a reaver, a slayer, pero con gigantic melancholies and gigantic mirth y una determinación alejandrina para resolver los nudos gordianos de esa civilizada máscara del poder que se llama moral. Precisamente la civilización es su agón, y ambos se embisten mutuamente con un ímpetu propio de amantes apasionados”. Ahí es nada.

Javier Fernández

08 junio 2009

BRINDANDO CON CAVA

Título: LAS SERPIENTES CIEGAS
Autor: FELIPE HERNÁNDEZ CAVA Y BARTOLOMÉ SEGUÍ
Editorial: BD BANDA
Páginas: 72
PVP: 16 €

Y finalmente se fallaron los premios del Salón del Cómic de Barcelona. Permítanme que al hilo reflexione un poco en voz alta.
Las serpientes ciegas (BD Banda), de Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí ha resultado ganadora por partida doble: mejor obra española de 2008 y mejor guión. Sucede que esta es la tercera ocasión en la que un cómic guionizado por Cava se alza con el premio en Barcelona. El mejor de 1997 fue El artefacto perverso, dibujado por Federico del Barrio, y en el recuento de lo producido en 1999 le tocó el turno a la tercera parte de la trilogía de Lope de Aguirre, La expiación, ilustrada por un Ricard Castells en estado de gracia. Ambos libros son incisivas revisiones de la historia de España, y si aquel mostraba la represión cultural franquista jugando con el referente de los propios tebeos de aventuras producidos durante la dictadura –en clave de thriller o folletín o novela negra, negrísima–, la de Lope de Aguirre concluía la aguda y documentada revisión de las motivaciones del que fuera primer insurgente de hispanoamérica, transmutado por la fuerza de la historia en codicioso y demente. Así, Las serpientes ciegas va y viene a la guerra civil española desde unos Estados Unidos que son el territorio de tantas ficciones, antes tópico del subconsciente global que la nación del mismo nombre.
En cuanto a los premios, lo reseñable aquí es que en todas las ocasiones, también este año, el jurado del Saló ha sido explícito en su veredicto: se premia un álbum guionizado por Cava, sí, pero se premia precisamente por el guión de Cava. Ya ven, en las tres ocasiones mencionadas, el premio a la mejor obra ha ido acompañado del premio al mejor guión. Y no se lea aquí un menosprecio de los dibujantes, Del Barrio, Castells y Seguí son nombres propios del tebeo español, singulares, arriesgados, poseedores de una trayectoria jalonada de extraordinarias piezas, de las que reconcilian a uno con el medio y lo hacen soñar con un futuro de lecturas excitantes e inteligentes. Porque ya sabemos que Cava siempre se ha rodeado de autores, comenzando con Saturio Alonso y Pedro Arjona, esto es, desde los tiempos de El Cubri, pasando por Luis García, Laura, Keko o el portentoso Raúl, y hasta llegar a perlas como Pablo Aulladel o, ¿cuál será el próximo? Vean que no es moco de pavo. Y no hablo de las otras labores de Cava –el Madriz, el Injuve– porque no se trata aquí de eso. Se trata de celebrar al guionista.
Pues bien, que se ha vuelto a premiar al mejor de los nuestros, y con él, se premia un estilo, una forma de entender la historieta como arte y como medio de comunicación para adultos, para paladares sensibles. Y a uno sólo le queda preguntarse para cuándo el Gran Premio del Salón a su trayectoria o, mejor, el Nacional de Historieta. Si es que esto de los premios tiene alguna importancia, porque lo que queda, a fin de cuentas, es la obra.

Javier Fernández

06 junio 2009

LOS VIEJOS ROCKEROS NUNCA MUEREN

Título: LA EDUCACIÓN DE HOPEY GLASS
Autor: JAIME HERNÁNDEZ
Editorial: LA CÚPULA
Páginas: 130
PVP: 18 €

Termino mi breve repaso por los premios de la 27ª edición del Salón Internacional del Cómic de Barcelona dedicando unas líneas al ganador en la categoría de Mejor obra extranjera publicada en España en el 2008; me refiero, cómo no, a Jaime Hernández, autor de la laureada La educación de Hopey Glass (La Cúpula).
Jaime Hernández (Oxnard, California, 1959) saltó a la fama a comienzos de la década de 1980 cuando se alió con sus hermanos Gilbert y Mario para autoeditar la que tal vez sea la publicación independiente más influyente de la historia reciente del cómic: Love and Rockets, revista que, desde su número 2, pasó inteligentemente a editar Fantagraphics, el sello creado en 1976 por Gary Groth y Mike Catron. Con el paso de los años, Fantagraphics se ha convertido en uno de los referentes del mejor cómic norteamericano, y en su catálogo coexisten cuidadas reediciones de clásicos como Krazy Kat, El príncipe Valiente, Popeye, Peanuts o Pogo, exhaustivas compilaciones de maestros de la historieta como Crumb o Feiffer y series y novelas gráficas de algunos de los recientes nombres propios del medio, como Daniel Clowes, Chris Ware o Charles Burns, por citar sólo unos pocos, pero, visto en perspectiva, uno no puede dejar de apreciar la importancia de aquella decisión de hacerse cargo del tebeo de los hermanos Hernández.
Dejando de lado la episódica aportación artística de Mario, Love and Rockets es la obra de una sensibilidad bicéfala, la de Gilbert –o Beto, como también firma– y Jaime, dos estadounidenses de raíces latinas que ensancharon los límites creativos de la industria rechazando los temas y motivos dominantes, mayormente superheróicos, y proponiendo un retorno a las narraciones cotidianas, al desarrollo de situaciones y relaciones entre unos personajes que, siendo de papel y tinta, se asemejan extraordinariamente a los seres humanos de carne y hueso –más y más conforme se fueron desarrollando las series de cada uno; Palomar en el caso de Beto, Locas en el de Jaime–. Los Hernández usaron y dignificaron la estructura narrativa del culebrón y crearon un imaginario que pasó instantáneamente a formar parte del lector como propio. Los Hernández echaron el cierre a su revista con el número 50 (1996) y continuaron un tiempo por separado, explorando diversas fórmulas editoriales que no cuajaron como era deseado, y Love and Rockets Volume 2 comenzó su andadura en 2001.
Lo que se ha premiado en Barcelona es, precisamente, una recopilación de algunas de las historias de Jaime incluidas en este segundo volumen de Love and Rockets. Hace quince años, también en Barcelona, se premió un fragmento de Locas como mejor obra de 1993. Que, pasado todo este tiempo, vuelva a señalarse que la misma serie es la mejor obra de 2008, es todo un indicador del calibre, la calidad y la vigencia del trabajo de Jaime. En tres palabras: una maravilla incombustible.

Javier Fernández

25 mayo 2009

LOS MEJORES DEL 2008 (1)

Cuando falta menos de una semana para el inicio del vigésimo séptimo Salón del Cómic de Barcelona, me siento obligado a comentar, aunque sea someramente, las nominaciones a los premios anuales concedidos por los profesionales del sector. Por cuestiones de espacio me limitaré exclusivamente a las categorías de obras nominadas, nacionales y extranjeras –la lista completa de categorías y nominados se puede consultar fácilmente por internet, por ejemplo en la página oficial del evento: www.comic-27.ficomic.com–, y aprovecho la ocasión para desear suerte a la revista Dos veces breve (Arianda Editorial), que merece desde hace tiempo el galardón a la Mejor revista.
Las nominaciones a la Mejor obra de autor español en 2008, en las que se mezclan propuestas realizadas por insignes representantes de la vieja guardia junto con otras de nuevos pero consagrados valores en alza, son las siguientes: 36-39. Malos tiempos II, de Carlos Giménez (Glènat), Jazz Maynard 3: Contra viento y marea, de Raule y Roger (Diábolo Ediciones), La revolución de los pinceles, de Josep Busquet y Pere Mejan (Dolmen), El manual de mi mente, de Paco Alcázar (Random House Mondadori) y Las serpientes ciegas, de Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí (BD Banda). Sin ánimo de menospreciar a nadie, pasaré por alto el melodrama de acción de Raule y Roger y el fresco histórico de Busquet y Mejan, álbumes eficaces ambos, en la mejor tradición franco belga, y pasaré directa y brevemente a reseñar los otros tres, que considero más autorales.
36-39. Malos tiempos es la serie con la que Carlos Giménez (Madrid, 1941) –Gran Premio del Saló en 2005 por el conjunto de su obra y nombre propio de la historieta española, creador de un sinfín de obras de referencia– regresa por sus fueros. El notable anecdotario de la dramática cotidianeidad del Madrid de los años de la guerra civil, vista a través de los ojos de personajes anónimos, auténticos protagonistas de la historia, emociona y fascina por igual.
Las serpientes ciegas es la (esperada) reunión de otros dos pesos pesados de nuestro tebeo: Felipe Hernández Cava (Madrid, 1953) y Bartolomé Seguí (Mallorca, 1962). Con su inconfundible y extraordinario estilo, y apoyado gráficamente por un portentoso Seguí, Hernández Cava, que ya ganó este premio en 1997 y 1999, nos conduce desde la depresión estadounidense hasta la guerra civil española para narrar la derrota de los ideales comunistas y libertarios en un relato de búsquedas (y pérdidas) encadenadas.
Y, finalmente, El manual de mi mente recopila una selección de historietas –ácidas, juguetonas, alucinadas– producidas por Paco Alcázar (Cádiz, 1970) entre 1997 y 2007. Con una estética cercana al independiente norteamericano, pero decididamente personal y castiza, el libro de Alcázar es un alimento inaudito y superlativo y –puesto que Dinero, de Miguel Brieva, no ha salido nominado, vaya a usted a saber por qué– desde aquí le deseo el premio de todo corazón.

Los cinco tebeos nominados en la categoría de obra extranjera son: Fun Home, de Alison Bechdel (Random House Mondadori), Crónicas Birmanas, de Guy Delisle (Astiberri), La educación de Hopey Glass, de Jaime Hernández (La Cúpula), La torre oscura: El nacimiento del pistolero de Stephen King, de Peter David, Robin Furth, Jae Lee y Richard Isanove (Random House Mondadori) y, por último, RG Volumen 2. Bangkok-Belleville, de Pierre Dragon y Frederik Peeters (Astiberri). Un quinteto heterogéneo en el que destaca la doble nominación a Astiberri, uno de los sellos más arriesgados, cuidadosos e interesantes del panorama nacional, y el también doblete de Random House Mondadori, editorial generalista que no deja de sorprender por su acertada elección de títulos y su consideración de la historieta como un género más de la literatura actual. Junto a estos, un álbum de la decana La Cúpula, empeñada desde siempre en comprender qué está pasando aquí y ahora.
Personalmente, a pesar de la ingente cantidad de premios internacionales cosechados por la magnífica serie de Dragon y Peeters, ficción sobre los manejos de los servicios de inteligencia dotada de actualidad política y un cierto rigor periodístico, y obviando el telefilme –bueno, sería mejor decir superproducción– de David y compañía, creo que Bechdel, Delisle y Hernández son, de entre esta escasa lista, los mejores representantes de la potencia artística del cómic, y cualquiera de ellos sería un digno venceder del premio. Jaime Hernández (Oxnard, California, 1959), co-creador de la mítica Love and Rockets y ganador en 1993 de este mismo premio con Las mujeres perdidas (compilada en el primer volumen de Locas, La Cúpula), lleva tres décadas sentando cátedra y proponiéndose como uno de los más intensos y originales narradores contemporáneos, y esta de Hopey Glass, a la que ya dediqué un comentario extenso hace unos meses, es una pequeña obra maestra que no desmerece frente a sus mejores trabajos. El quebequense, Guy Delisle (1966), representante de un tipo de historieta similar al docudrama, después de haber trasladado al lector a China y Corea del Norte (en Shenzen y Pyongyang, ambas también editadas por Astiberri) se pasea ahora por Birmania en este curioso y excelente retrato de la vida cotidiana de Rangún y de la interacción de los grupos de ayuda internacional con la sociedad de un país administrado por una dictadura militar.
Por último, Alison Bechdel (Pennsylvania, 1960) escribe y dibuja Fun Home, el tebeo con el que precisamente abrí esta sección a principios del noviembre pasado. Un poderoso juego de intertextualidades y un libro autobiográfico intenso, formalmente riguroso, penetrante, agudo e inteligente –dejemos aquí los adjetivos, se acaba el espacio– que justifica por sí solo el presente boom de la novela gráfica. En mi opinión, la joya de la corona de esta reunión de joyas.

Javier Fernández

UNA SINGULAR OBRA MAESTRA

Título: ELEGÍA ROJA
Autor: SEIICHI HAYASHI
Editorial: PONENT MON
Páginas: 232
PVP: 15 €

Desde mi punto de vista, Elegía roja es uno de los mangas más valiosos de cuantos se han publicado en nuestro idioma. Es una genuina obra maestra, intensa en su contenido y radical en su modo de decir, y un raro ejemplo de la capacidad del cómic para aportar piezas singulares a la historia del arte.
Producida originalmente entre 1970 y 1971, la novela gráfica de Seiichi Hayashi (China, 1945) narra los estertores de la relación amorosa entre dos jóvenes dibujantes, Ichiro y Sachiko, trabajadores ambos de la industria de la animación, que buscan colmar sus aspiraciones personales y artísticas movidos por el aliento rebelde de su propia inmadurez y por la necesidad de alcanzar la integración en una sociedad en transformación, la del Japón de finales de la década de los sesenta. La imbricación del relato en la realidad de su tiempo permite que la imagen consumada por Hayashi trascienda la (hermosa) anécdota particular y se convierta en descripción generacional, remarcando su filiación con la obra de otros dos excepcionales mangakas, ampliamente conocidos en castellano, Yoshihiro Tatsumi y Suehiro Maruo, miembros, como Hayashi, de Garo, la mítica y desaparecida revista de historieta nipona underground.
Pero detengámonos precisamente en lo particular. Elegía roja es un canto a la libertad, a la fuerza creadora y al deseo sexual y sentimental pero también una representación de las desiguales aspiraciones vitales de los protagonistas, sus miedos y contradicciones, y de la confrontación entre los lazos personales y los familiares como disputa permanente que amenaza la génesis de la propia identidad. Es esta una obra intensa e instintiva, de silencios y conversaciones pendientes, que arrastra al lector a un estado de desnudez emocional merced al sofisticado uso de la técnica narrativa de Hayashi.
La estructura exhibida es poderosa y extraordinaria, caracterizada por un uso notable de la composición en la página. La continua deconstrucción del lenguaje, las elipsis, las repeticiones y el desorden de los planos obligan a una lectura comprensiva, restauradora del sentido, que acercan la obra, como ha señalado la crítica, al manejo del montaje exhibido por la nouvelle vague de Godard, y también a la anterior preocupación por los elementos formales de Resnais.
Pero el storytelling torcido, la fluctuante disposición de las figuras en las viñetas, llenas de objetos que expresan recurrentemente las dificultades de la comunicación, y la soltura con que estas conforman la página son apenas la moldura en la que sucede la línea: espontánea e impetuosa, a veces tierna, a veces violenta, vehemente y siempre asombrosa, absorbida apreciablemente por el detalle, cargada de simbolismo y preocupada obsesivamente de manifestar y dotar de vida propia la atmósfera de esta esplédida, bella y única Elegía roja.

Javier Fernández

07 mayo 2009

EL RETRATO DE LA MILICIANA

Título: LINA ODENA. PALABRAS (DE) MAYORES
Autor: JORGE GARCÍA (guión) y CARLOS MAIQUES (dibujo)
Editorial: DEBARRIS y FUNDACIÓ PERE ARCADIA
Páginas: 48
PVP: 12 €

Lina Odena. Palabras (de) mayores es la peculiar e interesante representación en cómic de la que fuera, entre otras cosas, militante del partido comunista, secretaria general de las Juventudes Comunistas de Cataluña, candidata al Parlamento de la República en 1933, miliciana, heroína y mártir de la causa antifalangista.
Realizado por encargo de la Fundació Pere Arcadia, el tebeo en cuestión está escrito por el guionista y crítico de tebeos Jorge García (Salamanca, 1975), coautor de Cuerda de presas (Astiberri, 2005) y Hacerse nadie (Ariadna, 2007), ambas dibujadas por Fidel Martínez, así como de Las aventuras imaginarias del joven Verne, dibujada por Pedro Rodríguez y ganadora del premio Josep Coll de historieta (Glénat, en prensa).
Al guión de García hay que reconocerle compromiso y solvencia, así como un esfuerzo de ordenamiento y síntesis de la extensa y complicada información histórica manejada, no en vano Palabras (de) mayores nos transporta a una de las épocas más convulsas de la historia de España, repleta de simulacros políticos, conflictos civiles y cambios de régimen. García, licenciado en Historia, muestra un país en descomposición, con Cataluña como ejemplo de las aspiraciones republicanas de los diversos territorios de la nación, y es precisamente en este retrato en donde el tebeo alcanza mayor interés, al convertirse en una especie de reportaje –una fotonovela, por momentos– que informa al lector de la cruda realidad de los hechos. Sin embargo, la estrategia narrativa del relato, heredera del Hernández Cava más melodramático, se supedita a la búsqueda de una forzada inspiración poética y al uso lapidario del diálogo, sacrificando la naturalidad y obviando las motivaciones de los personajes. Uno lamenta que García no haya profundizado en la psicología de la figura central, o que no se decante por explotar las fallas esbozadas en la obra, como el viaje de Lina a Moscú en 1931 o el supuesto suicidio de la protagonista, ocurrido el 14 de septiembre de 1936. Con todo, el trabajo de García, ajustado al encargo, alcanza personalidad propia y es meritorio y valioso.
Otra cosa es el grafismo. El dibujo de Carlos Maiques (Valencia, 1971) es sencillamente delicioso. Emparentado con la estética que ilustra, precisamente, algunos de los mejores trabajos de Cava, la de un Federico del Barrio o un Ricard Castells, el autor de Gracias por su visita (Sins Entido, 2001) se apoya en una cuidada composición de página y en la ductilidad de la línea, y fabrica sugestivos ritmos visuales mediante el entintado manual de los marcos de la viñetas y la eliminación de los mismos, contrapone la mancha de tinta al blanco de la página, dominante en la imagen, e incluye diversos fotomontajes, todo ello para ofrecer una hermosa experiencia plástica que, desde aquí, me permito recomendarles.

Javier Fernández