Título: ELEGÍA ROJA
Autor: SEIICHI HAYASHI
Editorial: PONENT MON
Páginas: 232
PVP: 15 €
Desde mi punto de vista, Elegía roja es uno de los mangas más valiosos de cuantos se han publicado en nuestro idioma. Es una genuina obra maestra, intensa en su contenido y radical en su modo de decir, y un raro ejemplo de la capacidad del cómic para aportar piezas singulares a la historia del arte.
Producida originalmente entre 1970 y 1971, la novela gráfica de Seiichi Hayashi (China, 1945) narra los estertores de la relación amorosa entre dos jóvenes dibujantes, Ichiro y Sachiko, trabajadores ambos de la industria de la animación, que buscan colmar sus aspiraciones personales y artísticas movidos por el aliento rebelde de su propia inmadurez y por la necesidad de alcanzar la integración en una sociedad en transformación, la del Japón de finales de la década de los sesenta. La imbricación del relato en la realidad de su tiempo permite que la imagen consumada por Hayashi trascienda la (hermosa) anécdota particular y se convierta en descripción generacional, remarcando su filiación con la obra de otros dos excepcionales mangakas, ampliamente conocidos en castellano, Yoshihiro Tatsumi y Suehiro Maruo, miembros, como Hayashi, de Garo, la mítica y desaparecida revista de historieta nipona underground.
Pero detengámonos precisamente en lo particular. Elegía roja es un canto a la libertad, a la fuerza creadora y al deseo sexual y sentimental pero también una representación de las desiguales aspiraciones vitales de los protagonistas, sus miedos y contradicciones, y de la confrontación entre los lazos personales y los familiares como disputa permanente que amenaza la génesis de la propia identidad. Es esta una obra intensa e instintiva, de silencios y conversaciones pendientes, que arrastra al lector a un estado de desnudez emocional merced al sofisticado uso de la técnica narrativa de Hayashi.
La estructura exhibida es poderosa y extraordinaria, caracterizada por un uso notable de la composición en la página. La continua deconstrucción del lenguaje, las elipsis, las repeticiones y el desorden de los planos obligan a una lectura comprensiva, restauradora del sentido, que acercan la obra, como ha señalado la crítica, al manejo del montaje exhibido por la nouvelle vague de Godard, y también a la anterior preocupación por los elementos formales de Resnais.
Pero el storytelling torcido, la fluctuante disposición de las figuras en las viñetas, llenas de objetos que expresan recurrentemente las dificultades de la comunicación, y la soltura con que estas conforman la página son apenas la moldura en la que sucede la línea: espontánea e impetuosa, a veces tierna, a veces violenta, vehemente y siempre asombrosa, absorbida apreciablemente por el detalle, cargada de simbolismo y preocupada obsesivamente de manifestar y dotar de vida propia la atmósfera de esta esplédida, bella y única Elegía roja.
Javier Fernández
Autor: SEIICHI HAYASHI
Editorial: PONENT MON
Páginas: 232
PVP: 15 €
Desde mi punto de vista, Elegía roja es uno de los mangas más valiosos de cuantos se han publicado en nuestro idioma. Es una genuina obra maestra, intensa en su contenido y radical en su modo de decir, y un raro ejemplo de la capacidad del cómic para aportar piezas singulares a la historia del arte.
Producida originalmente entre 1970 y 1971, la novela gráfica de Seiichi Hayashi (China, 1945) narra los estertores de la relación amorosa entre dos jóvenes dibujantes, Ichiro y Sachiko, trabajadores ambos de la industria de la animación, que buscan colmar sus aspiraciones personales y artísticas movidos por el aliento rebelde de su propia inmadurez y por la necesidad de alcanzar la integración en una sociedad en transformación, la del Japón de finales de la década de los sesenta. La imbricación del relato en la realidad de su tiempo permite que la imagen consumada por Hayashi trascienda la (hermosa) anécdota particular y se convierta en descripción generacional, remarcando su filiación con la obra de otros dos excepcionales mangakas, ampliamente conocidos en castellano, Yoshihiro Tatsumi y Suehiro Maruo, miembros, como Hayashi, de Garo, la mítica y desaparecida revista de historieta nipona underground.
Pero detengámonos precisamente en lo particular. Elegía roja es un canto a la libertad, a la fuerza creadora y al deseo sexual y sentimental pero también una representación de las desiguales aspiraciones vitales de los protagonistas, sus miedos y contradicciones, y de la confrontación entre los lazos personales y los familiares como disputa permanente que amenaza la génesis de la propia identidad. Es esta una obra intensa e instintiva, de silencios y conversaciones pendientes, que arrastra al lector a un estado de desnudez emocional merced al sofisticado uso de la técnica narrativa de Hayashi.
La estructura exhibida es poderosa y extraordinaria, caracterizada por un uso notable de la composición en la página. La continua deconstrucción del lenguaje, las elipsis, las repeticiones y el desorden de los planos obligan a una lectura comprensiva, restauradora del sentido, que acercan la obra, como ha señalado la crítica, al manejo del montaje exhibido por la nouvelle vague de Godard, y también a la anterior preocupación por los elementos formales de Resnais.
Pero el storytelling torcido, la fluctuante disposición de las figuras en las viñetas, llenas de objetos que expresan recurrentemente las dificultades de la comunicación, y la soltura con que estas conforman la página son apenas la moldura en la que sucede la línea: espontánea e impetuosa, a veces tierna, a veces violenta, vehemente y siempre asombrosa, absorbida apreciablemente por el detalle, cargada de simbolismo y preocupada obsesivamente de manifestar y dotar de vida propia la atmósfera de esta esplédida, bella y única Elegía roja.
Javier Fernández
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