Autor: VV. AA.
Editorial: ARIADNA EDITORIAL
Páginas: 50
PVP: 5,95 €
El caso es que estaba yo releyéndome el Dinero de Miguel Brieva, luego de haber cruzado el charco para volver a mi casa mexicana, esto es, con veinticuatro horas de vuelos y escalas en el cuerpo y un lapso de siete echadas al limbo del cambio horario, cuando me ha entrado un no sé qué, un sentimiento patrio que, les aseguro, nada tiene que ver con la fiebre mundialista, y sí quizá algo con mi reciente e intenso paseo de tres semanas por el terruño. Se trata del convencimiento que me embarga cada cierto tiempo de que nuestra historieta, pálida y moribunda como está, posee en su conjunto tal grado de extrañeza, singularidad y desesperación que merece la consideración de verdadera joya dentro del concierto general Los nuestros son francotiradores en una guerra perdida de antemano, devotos de la narrativa gráfica que llevan en su ADN la sospecha de una y mil oportunidades perdidas para el tebeo. Me decía hace unos días Raúl, esa bestia de la historieta resistente que hace ya demasiado se marchó al más remunerado campo de la ilustración, que quizá sea hora de echar definitivamente la persiana de las viñetas en nuestro país. Y a él se lo había dicho nada menos que Carlos Giménez en una tertulia plagada de pilares del tebeo español o, dicho de otro modo, de amigos reunidos en el bar. Me dijo también, y perdonen que me ande por las ramas, que Víctor de la Fuente está ahora inactivo, y esto es un crimen, es un crimen, pero no nos engañemos es sólo un ejemplo de la interminable lista. Pasa que el tebeo se ha quedado para los románticos, para los que nada esperan, menos aún un salario. Es un oficio de poetas, de funambulistas, de insensatos. Aunque claro, parafraseo a Raúl, luego les ponen delante una viñeta de Breccia o de Alex Raymond y se les encienden los ojos como a niños. Hablando de insensatos, conozco a pocos que lo sean tanto como Vicente Galadí. Lo conozco desde hace más de dos décadas, desde los tiempos de las Jornadas del Cómic en Córdoba, la Colección Imposible de Joan Navarro o el Rumbo Sur de Tabernero. Trabajamos juntos en el fanzine Voz en Off, aprendiendo a maquetar y a soltarnos en eso del diseño. Y el tipo ya estaba como las maracas de Machín. Se relamía de gusto con la escuela frango-belga y le iba, entre otras cosas, el underground español. Con todo, era aplicado y si había que leerse tal tebeo gringo de superhéroes, iba y se lo leía. Se leía cualquier cosa que pudiese considerarse significativa y acabó militando en la defensa activa del cómic español. Se metió a editor y hace ocho años creó Dos veces breve, ese excitante espacio contracorriente, abierto especialmente a los nuevos valores, la jóvenes promesas, que se sostiene con brillantez en el alambre de la apatía circundante. Le acaban de conceder el premio a la Mejor Revista de 2009 en el pasado Saló del Cómic de Barcelona, la distinción más importante a la que se puede aspirar en nuestro país. Sé que anda cansado, pues el altruismo agota, quema, y sin embargo, personas como él son los que mantienen el sueño del tebeo, los que permiten que la función continúe. Y ojalá no se detenga nunca. En suma, Vicente, gracias.
Javier Fernández
2 comentarios:
Vicente, el hombre persistente. Estoy seguro que dos veces brevemente, cuando se recupere del estres de esta recta final, volverá por sus fueros. Aunque esta vez supongo que el mecenazgo ya nunca más podrá ser público para nadie, pues de donde no hay no se podrá sacar.Pero no estoy de acuerdo en que haya que tirar la toalla. Morirá el modelo de poner la mano al estado para estas cosas y en el fondo me parece bien .(Si antes acaban con el despilfarro general, le han metido primero mano a la cultura , a funcionarios y pensionistas mientras que sabemos todos que hay mil cosas vergonzantes donde recortar).(El loro del chocolate ha muerto por empacho). Pero con imaginación y proyectos atractivos en torno al comic se puede implicar al sector privado , porque afición hay y se pueden combinar intereses. Aunque avanzo que más de un comiquero acabará cirrótico a causa de tanto evento-fiesta para vender revistas en bares culturillas.
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